«Ahora vas a buscar libros LGTBIQ+ por estas casetas de la Feria del Libro de Madrid y no los vas a encontrar. No los vas a encontrar nada más que en dos (las de temática LGTBIQ+, claro). Pero no tenemos la culpa nosotros. La tienen ellos. Yo siempre, además, digo que creo que voy a agradecer a los libreros españoles el haber tenido mi librería abierta durante 32 años. Se lo tengo que agradecer a su prejuicio, a su ignorancia y al no tratar una editorial LGTBI como cualquier otra editorial». Mili Hernánez es directa, irónica y didáctica. No suele utilizar el eufemismo, un palabro enemigo de los avances sociales. Porque oculta las vidas que hay que ver para conocer. La única manera eficaz de desactivar estigmas.. Mili hace estas reflexiones en un coloquio en la Feria del Libro sobre las tres décadas de la editorial que fundó, Egales, la primera editorial LGTBIQ+ en lengua castellana. Un referente a nivel internacional que surgió cuando abrió su librería Berkana. Entonces, se percataron de que no tenían libros en español para llenar sus estanterías. «Tuvimos que ser editoras por necesidad». Al lado de Mili, en la feria, los autores Ramón Martínez, Mila Martínez y Paco Tomás siembran de ideas e ideales una charla que recuerda como las condescendencias contra las personas LGTBIQ+ siguen planeando. Incluso sintiéndose legitimadas en épocas del auge de los populismos que festejan los retrocesos sociales.. «Recuerdo que cuando publicamos los primeros títulos, yo dije estos títulos no tienen que estar solo en las librerías LGTBI, que había dos nada más, deben estar en todos los sitios. Y yo como soy así, pues nos fuimos a El corte inglés a presentar la editorial. Y El corte inglés nos dijo: ‘Sí, nosotros queremos estos libros’. Empezamos bien. Donde hemos tenido más problemas ha sido con las librerías independientes. Recuerdo ir a una ciudad de provincia donde solamente tenían una librería, porque El corte inglés todavía allí ni existía, y me contestaron: ‘está muy bien esta colección, pero yo no tengo gays y lesbianas que compren en esta librería'», rememora Mili. Las risas sobresaltan entre los asistentes al coloquio de la Feria del Libro. Aquel comentario del librero era un retrato transparente de los estereotipos y las nociones que tenía España sobre quiénes éramos los gays y las lesbianas.. «No nos conocían. Éramos desconocidos para ellos. Le contesté: «mira, el gay no va a venir aquí con una pluma y un bolsito y la lesbiana no va a aparcar el camión en la entrada de la librería'», prosigue Mili que incide en que los periodistas, al principio, repetíamos una y otra vez siempre la misma pregunta: «por qué una editorial LGTBI (bueno, en aquellos años noventa dirían gay a secas), por qué una librería».. Ahora la respuesta parece más fácil de contestar: ya sabemos que la diversidad es parte esencial de la vida y había realidades que estaban anuladas desde la perpetua y monolítica mirada de presunción de heterosexualidad. Necesitábamos que nuestras historias también fueran narradas. Necesitábamos referentes en una sociedad acostumbrada a que otros siempre sean los que hablan por las minorías. Y, claro, nos cuentan mal. Sigue pasando.. Incluso se ve en detalles aún naturalizados y que delatan la persistencia de tabúes, miedos y opresiones de la ignorancia que aprieta. También en las librerías, si, por ejemplo, reducen a las personas LGTBIQ+ a lo meramente sexual o exótico. No nos quitamos de encima el cliché sexual mal entendido. Como si las personas LGTBI no fuéramos personas de motivaciones completas: «En las librerías, los libros los colocaban en sexualidad o erotismo. Yo solía acudir a La Casa del Libro de Gran Vía y les decía tenéis en erótico ‘este libro, este libro y este libro’, pues que sepáis que no hay ni un solo polvo en ellos. Un síntoma del desconocimiento. Y nadie quería aprender», subraya Mili que afirma que «la etiqueta todavía pesa».. Etiquetas que son esenciales cuando nos hacen sentirnos reconocidos, nos hacen sentirnos que no somos bichos raros, que no somos nada malo, que no estamos solos, pero también etiquetas peligrosas cuando separan, segregan, señalan y arrinconan. Ahí las nuevas generaciones españolas LGBIQ+ ya vienen percatadas de que la opción nunca es esconderse. Si la identidad de una persona heterosexual jamás es parte de su intimidad, tampoco la nuestra.. «Yo puedo desaparecer, la editorial puede desaparecer, pero hay un nicho de autores y autoras que siempre estarán ahí», termina Mili que no solo ha abierto camino, sino que ha ensanchado los estrechos márgenes para que quepamos todas las personas. Y así es como la sociedad se enriquece, conociéndonos. Incluso a nosotros mismos, descubriendo a los que llegaron antes. Sin olvidar que los derechos humanos no son inamovibles y no han caído del cielo. Los derechos humanos son una carrera de relevos, en la que siempre las gentes deben portar el testigo, siempre hay que seguir con la marcha. Hasta, a veces, algún temerario corre en dirección contraria: los más veloces, los mercaderes del miedo. Los que prefieren un mundo ignorante y asustado que devalúa el hondo significado de libertad al eslogan del «hago e impongo lo que me da la gana», del «sálvese quien pueda». Cuando la libertad es convivencia, que siempre es mejor con la mente abierta desde la transgresión de la empatía. De intentar entender hasta lo que no entiendes. Quizá porque te lo contaron mal. Quizá porque se tachaba en los libros.
La editorial Egales ha celebrado sus treinta años de inspiración, divulgación y compañía en la Feria del Libro.
«Ahora vas a buscar libros LGTBIQ+ por estas casetas de la Feria del Libro de Madrid y no los vas a encontrar. No los vas a encontrar nada más que en dos (las de temática LGTBIQ+, claro). Pero no tenemos la culpa nosotros. La tienen ellos. Yo siempre, además, digo que creo que voy a agradecer a los libreros españoles el haber tenido mi librería abierta durante 32 años. Se lo tengo que agradecer a su prejuicio, a su ignorancia y al no tratar una editorial LGTBI como cualquier otra editorial». Mili Hernánez es directa, irónica y didáctica. No suele utilizar el eufemismo, un palabro enemigo de los avances sociales. Porque oculta las vidas que hay que ver para conocer. La única manera eficaz de desactivar estigmas.. Mili hace estas reflexiones en un coloquio en la Feria del Libro sobre las tres décadas de la editorial que fundó, Egales, la primera editorial LGTBIQ+ en lengua castellana. Un referente a nivel internacional que surgió cuando abrió su librería Berkana. Entonces, se percataron de que no tenían libros en español para llenar sus estanterías. «Tuvimos que ser editoras por necesidad». Al lado de Mili, en la feria, los autores Ramón Martínez, Mila Martínez y Paco Tomás siembran de ideas e ideales una charla que recuerda como las condescendencias contra las personas LGTBIQ+ siguen planeando. Incluso sintiéndose legitimadas en épocas del auge de los populismos que festejan los retrocesos sociales.. «Recuerdo que cuando publicamos los primeros títulos, yo dije estos títulos no tienen que estar solo en las librerías LGTBI, que había dos nada más, deben estar en todos los sitios. Y yo como soy así, pues nos fuimos a El corte inglés a presentar la editorial. Y El corte inglés nos dijo: ‘Sí, nosotros queremos estos libros’. Empezamos bien. Donde hemos tenido más problemas ha sido con las librerías independientes. Recuerdo ir a una ciudad de provincia donde solamente tenían una librería, porque El corte inglés todavía allí ni existía, y me contestaron: ‘está muy bien esta colección, pero yo no tengo gays y lesbianas que compren en esta librería'», rememora Mili. Las risas sobresaltan entre los asistentes al coloquio de la Feria del Libro. Aquel comentario del librero era un retrato transparente de los estereotipos y las nociones que tenía España sobre quiénes éramos los gays y las lesbianas.. «No nos conocían. Éramos desconocidos para ellos. Le contesté: «mira, el gay no va a venir aquí con una pluma y un bolsito y la lesbiana no va a aparcar el camión en la entrada de la librería'», prosigue Mili que incide en que los periodistas, al principio, repetíamos una y otra vez siempre la misma pregunta: «por qué una editorial LGTBI (bueno, en aquellos años noventa dirían gay a secas), por qué una librería».. Ahora la respuesta parece más fácil de contestar: ya sabemos que la diversidad es parte esencial de la vida y había realidades que estaban anuladas desde la perpetua y monolítica mirada de presunción de heterosexualidad. Necesitábamos que nuestras historias también fueran narradas. Necesitábamos referentes en una sociedad acostumbrada a que otros siempre sean los que hablan por las minorías. Y, claro, nos cuentan mal. Sigue pasando.. Incluso se ve en detalles aún naturalizados y que delatan la persistencia de tabúes, miedos y opresiones de la ignorancia que aprieta. También en las librerías, si, por ejemplo, reducen a las personas LGTBIQ+ a lo meramente sexual o exótico. No nos quitamos de encima el cliché sexual mal entendido. Como si las personas LGTBI no fuéramos personas de motivaciones completas: «En las librerías, los libros los colocaban en sexualidad o erotismo. Yo solía acudir a La Casa del Libro de Gran Vía y les decía tenéis en erótico ‘este libro, este libro y este libro’, pues que sepáis que no hay ni un solo polvo en ellos. Un síntoma del desconocimiento. Y nadie quería aprender», subraya Mili que afirma que «la etiqueta todavía pesa».. Etiquetas que son esenciales cuando nos hacen sentirnos reconocidos, nos hacen sentirnos que no somos bichos raros, que no somos nada malo, que no estamos solos, pero también etiquetas peligrosas cuando separan, segregan, señalan y arrinconan. Ahí las nuevas generaciones españolas LGBIQ+ ya vienen percatadas de que la opción nunca es esconderse. Si la identidad de una persona heterosexual jamás es parte de su intimidad, tampoco la nuestra.. «Yo puedo desaparecer, la editorial puede desaparecer, pero hay un nicho de autores y autoras que siempre estarán ahí», termina Mili que no solo ha abierto camino, sino que ha ensanchado los estrechos márgenes para que quepamos todas las personas. Y así es como la sociedad se enriquece, conociéndonos. Incluso a nosotros mismos, descubriendo a los que llegaron antes. Sin olvidar que los derechos humanos no son inamovibles y no han caído del cielo. Los derechos humanos son una carrera de relevos, en la que siempre las gentes deben portar el testigo, siempre hay que seguir con la marcha. Hasta, a veces, algún temerario corre en dirección contraria: los más veloces, los mercaderes del miedo. Los que prefieren un mundo ignorante y asustado que devalúa el hondo significado de libertad al eslogan del «hago e impongo lo que me da la gana», del «sálvese quien pueda». Cuando la libertad es convivencia, que siempre es mejor con la mente abierta desde la transgresión de la empatía. De intentar entender hasta lo que no entiendes. Quizá porque te lo contaron mal. Quizá porque se tachaba en los libros.