Con tan solo 10 años, Joël Dicker fundó La revista de los animales, una publicación acerca de la naturaleza que dirigió… durante siete años. Aquel aventajado escolar suizo, que hoy tiene 40 años, recibió incluso un premio y fue nombrado ‘Redactor jefe más joven’ por un periódico de Ginebra. Con estos mimbres y siendo hijo de una bibliotecaria, no parecía improbable que el pequeño Joël se dedicara a lo que hoy le ha dado fama mundial, la escritura. Su primera novela, La verdad sobre del caso de Harry Quebert, fue lo que en términos editoriales se llamó bombazo: tres millones de ejemplares vendidos y un aura de joven prodigio que aún perdura. Dueño de una obra de suspense consolidada, Dicker ha cambiado de guion. Su editorial en España, Alfaguara, ha publicado su último y delicioso libro, La muy catastrófica visita al zoo, en el que un grupo de niños ‘especiales’ genera una serie de desdichas en el entorno, o más bien, una colección de aventuras para entender el mundo loco e ilógico que les rodea. Amante entre todos los animales que habitan un zoo de los lobos, «porque es social, fiel en la manada y duro», Dicker ha visitado España con el fin de explicar por qué su libro es para todos los públicos, como las funciones de circo y las nubes de azúcar.. Tenemos un montón de libertades que son placenteras, pero, al mismo tiempo, nos exigen trabajo, madurez y responsabilidad. Los ciudadanos tienen la responsabilidad de hacer que las cosas funcionen. El humor me hizo pensar que este libro está bien porque no hay violencia, asesinatos, muertos. Si estuviera en la cabeza del personaje, sería una mentira para el lector, sería un poco egocéntrico
El suizo, célebre por ‘La verdad sobre el caso Harry Quebert’, publica ‘La muy catastrófica visita al zoo’
Con tan solo 10 años, Joël Dicker fundó La revista de los animales, una publicación acerca de la naturaleza que dirigió… durante siete años. Aquel aventajado escolar suizo, que hoy tiene 40 años, recibió incluso un premio y fue nombrado ‘Redactor jefe más joven’ por un periódico de Ginebra. Con estos mimbres y siendo hijo de una bibliotecaria, no parecía improbable que el pequeño Joël se dedicara a lo que hoy le ha dado fama mundial, la escritura. Su primera novela, La verdad sobre del caso de Harry Quebert, fue lo que en términos editoriales se llamó bombazo: tres millones de ejemplares vendidos y un aura de joven prodigio que aún perdura. Dueño de una obra de suspense consolidada, Dicker ha cambiado de guion. Su editorial en España, Alfaguara, ha publicado su último y delicioso libro, La muy catastrófica visita al zoo, en el que un grupo de niños ‘especiales’ genera una serie de desdichas en el entorno, o más bien, una colección de aventuras para entender el mundo loco e ilógico que les rodea. Amante entre todos los animales que habitan un zoo de los lobos, «porque es social, fiel en la manada y duro», Dicker ha visitado España con el fin de explicar por qué su libro es para todos los públicos, como las funciones de circo y las nubes de azúcar.. Una novela para todas las edades, protagonizada por niños. ¿Qué le ha pasado a Joël Dicker para cambiar de registro?Como escritor no soy como McDonalds, que lleva 60 años haciendo el mismo menú con las mismas cosas. Escribo un libro porque es lo que ahora quiero hacer. No escribo novela negra porque ahora lo que funciona es la novela negra. Si no que dedico todo mi corazón y toda mi mente a lo que en un momento dado me apetece hacer. En este caso, es lo que ha salido. Si sale un libro como este es porque he puesto toda mi energía en eso, en lo me gustaba hacer. Es una manera de demostrar la autenticidad a los lectores, que siempre están buscando lo que yo escribo, sea lo que sea.. Tenemos un montón de libertades que son placenteras, pero, al mismo tiempo, nos exigen trabajo, madurez y responsabilidad. Todos los valores de los que habla, democracia, tolerancia, igualdad… ¿Están en riesgo en la sociedad actual?Sí, eso pienso, que están en peligro. Seguramente tú Rosa, como periodista, también lo pienses. Y creo que todas las personas que tengan un poco de conciencia sobre la democracia y que aspiren a tener un mundo que funcione, se dan cuenta de que hay cosas que no están funcionando. Y no funciona, porque lo que cuento en este libro es que hace falta que los ciudadanos se responsabilicen un poco. Hacen falta rigor, responsabilidad… No es fácil tener una democracia. Nos gusta porque somos libres de decir, pensar, creer, manifestarnos… Tenemos un montón de libertades existenciales que son placenteras, pero, al mismo tiempo, nos exigen mucho trabajo, madurez y sentido de la responsabilidad.. Los niños siempre dicen la verdad. ¿Por eso los usa usted, para poner en claro la verdad que otros silencian?No sé si los niños dicen siempre la verdad o dicen su verdad. Lo importante y cierto es que en este imaginario que tenemos de que los niños siempre dicen siempre la verdad, no hay una verdad universal y cada uno tiene la suya propia. Los niños dicen las cosas de una manera muy directa, tal como la viven y ven, sin el filtro de la amabilidad, de la conveniencia que tenemos nosotros como adultos. Como no tienen filtro tienen una especie de carta mágica. Y seguramente, nunca les reprochamos lo que nos dicen, incluso, cuando dicen cosas horribles. Me gusta diferenciar entre verdad y realidad, porque la verdad es sujeto de interpretación, pero la realidad es algo objetivo. Por ejemplo, una mujer que es muy vieja y está en el autobús. Un niño lo puede decir, es la realidad. Los padres tal vez están un poco molestos, pero la mujer no se enfada. Pero si un adulto le dice lo mismo, la mujer sí se enfada. Sí, tuve la posibilidad de hablar de temas de democracia, responsabilidad, nuestra forma de comportarnos… Temas que si un adulto lo dijese sería más moralizador o más juicioso. Pero si un niño lo dice no usa ese tono.. ‘La muy catastrófica visita al zoo’ está editada por Alfaguara.Cedida/Alfaguara. ¿Era usted de niño como Josephine, peculiar y preguntona?Sí que me veo un poco en ella, en esa necesidad de entender con lógica, sobre todo. Es curiosa, pero sobre todo quiere entender lo que el adulto quiere hacer, lo que piensa, lo que tiene en mente. Para mí, es importante y lo sigue siendo. Tengo esa necesidad de entender la lógica y el razonamiento y eso me suele seguir pasando.. ¿Cuál es la desdicha más grande que tenemos hoy?Solo una. Creo que la catástrofe más grande porque nos ha llevado hasta ahora y nos va a llevar a una peor situación es el problema de que los niños y los jóvenes cada vez leen menos. Y que esta no lectura no se consume debido a las redes sociales, las pantallas, que son cosas que en general no construyen nada. La lectura a través del papel es una herramienta para construir nuestra visión sobre la vida. Es lo que hace leer prensa, periódicos de una forma libre, y decir ¡qué bien! Gracias a las pantallas, podemos buscar un tema que nos interese. Pero a través de la lectura, yo puedo ejercer mi opinión no solo en lo que estoy leyendo, hacer comparaciones, leer gracias la traducción en línea…. Sabes que tienes un acceso y es una riqueza increíble. Pero, desafortunadamente, lo esencial para los jóvenes ahora es informarse a través de Instagram, donde muchas veces la información es falsa o está capada o manipulada. La falta de lectura, porque la exposición masiva y ultraviolenta a las pantallas para los niños, creo que es lo peor.. Dicker tiene 40 años.Diego Lafuente/Alfaguara. ¿Y el terreno dónde hay más conflictos sociales y de comunicación ahora mismo? La economía, la política, la crispación social, la falta de trabajo, la vivienda…No puedo comentar esto, no puedo decir cifras. Acabo de decir que hay que hacer las cosas bien, así que ahora no voy a hacerme experto de conflictos sociales que desconozco. Haría falta investigar, leer, ver más libros. A título personal, lo que a mí me inquieta es el desafío entre la política y la población. El lado político es elegido por la población. Partimos desde el punto de vista de que estamos en una democracia y que los políticos están ahí porque les han votado. La mayoría de la población debería de estar contenta y lo que a mí me hace plantearme preguntas, -partimos de que no siempre es justo, a veces los políticos trabajan mal, no cumplen con sus promesas-. Lo que me inquieta no es siempre culpa de los políticos, sino de los ciudadanos, porque cada vez votan menos: así que los políticos elegidos no representan a la mayoría de la población. Para tener una política que representa a la mayoría social, lo ideal sería que el 100% de los votantes o un 90% votaran. Pero no es así. En Suiza tenemos un 45% de votantes, menos de la población que puede votar. ¿Por qué no se vota?. Los ciudadanos tienen la responsabilidad de hacer que las cosas funcionen. ¿La literatura puede remediar esto de alguna manera?Creo que los ciudadanos deben recordar, aparte de la política, de los políticos, de lo que voten, que no son bebés, que básicamente no tienen que esperar que el profesor de sus hijos o el alcalde les hagan las cosas, les pongan la comida en la boca. Los ciudadanos tienen la responsabilidad de hacer que las cosas funcionen. Si ves que hay algo que no te gusta, que pasa en la calle, no hace falta que lo controlen los políticos o la escuela. Lo tienes que hacer los ciudadanos con su comportamiento cotidiano, con respecto el uno al otro, la forma que tienen de tratar a sus hijos… Ciudadanos que son lectores, harán lo máximo de cosas para que sus hijos sean lectores. Un ciudadano que sea lector será capaz de más cosas. Te hace sentir más empatía, la gente que no lee genera una sociedad con menos empatía. Es importante entender al otro, quién es el otro. Es una sociedad que no funcionaría con personas que no leyesen.. El humor me hizo pensar que este libro está bien porque no hay violencia, asesinatos, muertos. ¿Cómo ha abordado esta novela: con ingenuidad, con divertimento, con ilusión, escepticismo…?En este libro y normalmente en todos, hago cosas que funcionan o no, voy viendo. No tengo una idea clara de lo que va a pasar al final. Lo que sí tenía claro era hacer una narración por parte de una niña. Y eso me ha llevado a otras cosas, como el humor, que me ha divertido mucho. Y como me estaba divirtiendo, quería llegar más lejos. El humor me hizo pensar que este libro está bien porque no hay violencia, asesinatos, muertos… De esto tenemos en la vida real, en las redes, en los medios. Está bien estar en un mundo donde nos sentimos bien. Tenía la idea de contar la realidad de los adultos a través de los ojos de los niños y hablar de los temas importantes como la democracia, la responsabilidad. De manera entretenida, en lugar de hacer algo deprimente en lo que todo va mal. Me he dejado llevar por el argumento. Por eso, es un libro para niños y adultos, es una lectura sencilla y corta, quieres saber qué está pasando. Es agradable y fácil para adolescente, incluso para los que todavía no leen. También hay toda una parte de la comprensión de la democracia y la comprensión que va directamente a los adultos. Lo que me divierte es que siempre hablamos de temas importantes y al final este libro es intergeneracional.. El escritor suizo fue superventas con ‘La verdad sobre el caso Harry Quebert’.Anoush Abrar/Alfaguara. Sus hijos, ¿ya han leído este libro?Son todavía muy pequeños. Yo quiero que los niños lean en general, les enseño, les animo a leer, no forzosamente mis libros. Al final soy su padre, pero no quiero ser ese padre horrible que les diga ‘leed mis libros’.. El zoo es la metáfora de todas las especies posibles: las malas y las buenas? ¿Por eso la ha escogido?Sobre la idea del zoo, no amo el concepto de los zoos, pero fue de las primeras que me vino a la cabeza porque es un buen terreno de aventuras para la historia de un niño. Al mismo tiempo, es una aventura, porque es un entorno seguro, a varios metros de los animales peligrosos. Es un poco paralelismo con el cine, con un thriller. Estamos en la seguridad de estar en casa y la sensación de que leer es peligroso. El zoo no es solo en torno de libertad para los animales, pero para los niños lo es porque al estar cerrado, los padres pueden dejarlos solos, que investiguen, algo que no puedes hacer en la calle ni en el parque. Yo pensé ¿y qué pasa si se pierden unos niños en el zoo? Esa fue la primera idea que me vino.. Si estuviera en la cabeza del personaje, sería una mentira para el lector, sería un poco egocéntrico. ¿Es más complicado entrar en la mente de un niño o en la de un delincuente, como sus habituales protagonistas?No me meto en la cabeza de los personajes porque no soy ni lector ni actor, soy escritor. El escritor es un poco como el guionista de una película. La película se ha hecho porque organiza el tema, gestiona los actores, pero no está implicado. Yo lo veo un poco así. Soy un poco como el maestro de orquesta. La pregunta que yo me hago es cómo lo cuento, cómo hablo de esta niña. No me meto en ellos. Así creo un vínculo entre el lector y el personaje. Si estuviera en la cabeza del personaje, sería una mentira para el lector, sería un poco egocéntrico. Es la visión que tengo del libro y de la literatura.