Nos ceden un comedor en el hotel madrileño donde se aloja Jorge Fernández Díaz, premio Nadal 2025, para poder hablar sin ruidos no invitados de su novela, El secreto de Marcial (Destino), de cine, de literatura, de otras gentes y de su país, Argentina, que suena en su libro a tango y pasodoble. También a crítica por el pasado y por el presente. El hijo del camarero, es decir, él, sale a relucir cuando coloca al terminar la entrevista los cubiertos en el ‘desayunador’ (como dicen los de allá), rectos y ordenados, igual que estaban antes de hablar. Es la conexión entre un niño y su padre, que emigró desde Asturias al otro lado del Atlántico, trabajó de cien cosas, vio infinitas películas con sus hijos en un televisor casero y murió con sus misterios y su grisura, sin apenas haberse dado a conocer ni siquiera a su familia. De él, de Marcial Fernández, padre de escritor y marido de Carmina Díaz, va este título de lenguaje elegante y fluido que navega entre el blanco y negro y los colores del celuloide. El escritor y periodista (Buenos Aires, 1960) se atreve, incluso, en la conversación a dotar de protagonismo ‘cinematográfico’ a personajes de la actualidad, a los que conoce por su condición de informador y opinador influyente. No se ‘libran’ ni Milei, presidente argentino, ni el papa Francisco, ‘enemigo’ dialéctico e ideológico del escritor.. Yo trato de que mis hijos hagan lo que les hace felices. Quizás sea un mal padre por eso. Muchas veces, la ficción cuenta mejor la verdad que la biografía y el periodismo. El cine y la literatura tuvieron idéntica influencia para mí. Lo mismo John Wayne que Conan Doyle. Si tuviera que relacionarlos con una película, Milei sería ‘Joker’; Pedro Sánchez, Richelieu; Trump, Nicholson en ‘El Resplandor’…
Jorge Fernández Díaz ganó el Nadal
Nos ceden un comedor en el hotel madrileño donde se aloja Jorge Fernández Díaz, premio Nadal 2025, para poder hablar sin ruidos no invitados de su novela, El secreto de Marcial (Destino), de cine, de literatura, de otras gentes y de su país, Argentina, que suena en su libro a tango y pasodoble. También a crítica por el pasado y por el presente. El hijo del camarero, es decir, él, sale a relucir cuando coloca al terminar la entrevista los cubiertos en el ‘desayunador’ (como dicen los de allá), rectos y ordenados, igual que estaban antes de hablar. Es la conexión entre un niño y su padre, que emigró desde Asturias al otro lado del Atlántico, trabajó de cien cosas, vio infinitas películas con sus hijos en un televisor casero y murió con sus misterios y su grisura, sin apenas haberse dado a conocer ni siquiera a su familia. De él, de Marcial Fernández, padre de escritor y marido de Carmina Díaz, va este título de lenguaje elegante y fluido que navega entre el blanco y negro y los colores del celuloide. El escritor y periodista (Buenos Aires, 1960) se atreve, incluso, en la conversación a dotar de protagonismo ‘cinematográfico’ a personajes de la actualidad, a los que conoce por su condición de informador y opinador influyente. No se ‘libran’ ni Milei, presidente argentino, ni el papa Francisco, ‘enemigo’ dialéctico e ideológico del escritor.. ¿Consiguió conocer a su padre, después de escribir este libro?Aprendí a valorar cosas que él me decía de manera indirecta, no directa. Haciendo un repaso de la vida, tomando nota de las películas y recordando cosas que me decía usándolas de modo tercerizado. Valoro que hubiera podido encontrar ese televisor en blanco y negro, que era la única ventana al mundo que tenía ese camarero y nosotros, los pobretones de Palermo. Y utilizar ese recurso para tratar de atemperar un poco un aparato emocional que no le permitía comunicarse con sus hijos. Creo yo que, como tantos padres de esa generación, lo hacía con su vieja masculinidad. No estaban entrenados, ni tenían los elementos emocionales para poder hablar de verdad con sus hijos. Se iban volviendo enigmáticos, más en este caso que tenía enfrente a una matriarca del norte español, típica, que lo iba ocupando todo, que era la prima donna de la familia, mi madre. Y a mi padre lo iba desplazando fuera de los márgenes de la familia; no sé si gustosamente o no aceptó esos límites y vivió más fuera de la casa que dentro.. Traza una notable diferencia entre el papel de una madre y el de un padre.El enigma del padre, que siempre es enorme, quién fue nuestro padre, es una pregunta, si no retorica, subversiva. A nuestro padre no lo podemos conocer, no lo podemos ver como un padre deseante, no sabemos qué hace fuera de nuestra mirada. Sabemos que lleva otras vidas, no necesariamente amorosas. En cambio, la madre es más asequible, está presente, algunas veces para bien y otras para mal. Mi madre fue mi maestra, mi mentora, me enseñó de todo. Mi padre fue un enigma, alguien que no logré conocer. Después de revisar unas 200 películas, -me refiero al Hollywood de los 40 y 50-, que veíamos en un ciclo de los sábados en la tele, lo recuerdo como uno de los mayores gozos y experiencias de mi infancia y adolescencia. No solo somos lo que comemos, sino lo que vimos cuando fuimos niños y adolescentes.. Yo trato de que mis hijos hagan lo que les hace felices. Quizás sea un mal padre por eso. Como padre que es, ¿qué ha hecho para que el secreto de Marcial no sea el secreto de Jorge?Siempre he hablado directamente con mis dos hijos, que ya son grandes; he conectado emocionalmente con ellos. Nunca los di por perdidos, como hizo mi padre conmigo, que fue un acto que yo justifico. Se trataba de un inmigrante forzado. Cuando se enteró de que yo quería ser escritor me profetizó la miseria y como le dolía tanto, me dio por perdido. Siempre lo llevé a terapia ese tema. Los argentinos vamos mucho a terapia y ese desafío fue fortísimo. Yo quería que mi padre no tuviera razón y esa profecía no se cumpliera. Me convertí en un trabajador adicto, desafiando esa profecía. Yo trato de que mis hijos hagan lo que les hace felices. Quizás sea un mal padre. Porque te voy a decir algo: el desafío de mi padre me construyó y me trajo hasta donde estoy. Quién sabe si eso es ser o no buen padre.. Jorge Fernández Díaz, al recibir el Premio Nadal 2025.LORENA SOPENA | EP. Este ejercicio literario, ¿le ha reconciliado con él finalmente? ¿Ha saldado sus deudas? En el fondo quise hacer este libro para seguir viviendo con mi padre. Siento que él me ha acompañado en todo este viaje, quizás lo inventé para estar con él. No es un problema de saldar, sino de recuperación.. Los interrogantes de Marcial, ¿son un poco los de todos? O dicho de otro modo, ¿tenemos todos misterios que nos llevaremos a la tumba?Por supuesto. Freud dice que toda familia tiene un relato consensual, es decir, una cronología, más o menos, de sobremesa. Todos sabemos lo que pasó más o menos. Pero si le pusiéramos una lupa… hay cosas calladas que no se dicen, que ocurrieron fuera. Freud lo llama ‘novela familiar’. Es un relato, es muy interesante para indagar no porque sea algo morboso, ni historia antigua, sino porque cavando ese jardín nos encontramos a nosotros mismos. Nos pasamos la vida tratando de entendernos y de saber cuál es nuestra identidad. Vivimos un presente continuo de multitasking, de piloto automático y olvidamos la gran tradición que llevamos dentro. Por eso me ha fascinado tanto pensar en mi familia, en los libros.. Muchas veces, la ficción cuenta mejor la verdad que la biografía y el periodismo. Hablar de uno mismo, ¿abre muchas heridas?Esta es una novela de búsqueda, con respecto a la anterior. Yo escribí Mamá hace 20 años y entonce, mis padres, estaban vivos. Mi padre lacónico, como siempre, habló poco. Sufriente de esa España olvidada. Hoy no se habría dejado entrevistar, como sí lo hizo mi madre. En este caso yo no sabía cómo escribir este libro, porque él ya estaba muerto. Mi padre se llevó sus secretos a la tumba, y otros no me los iba a contar a mí. Hace diez años que trato de escribirlo y recién me di cuenta de que lo que tenía que hacer era escribir una novela que fuera muy autobiográfica, pero que permitiera ficcionar. Muchas veces, la ficción cuenta mejor la verdad que la biografía y el periodismo. Ahora se llama autoficción. Lo descubrí cuando vi las películas que mi padre usó para comunicarse conmigo. Yo aprendí cosas de las películas asombrosas. Me ‘shockeó’ volver a ver lo que vi en la infancia. Lo que descubrí mientras iba escribiendo este libro es cuánta influencia tuvo en nuestra vida el melodrama. Hemos sido criados en el melodrama, desde los cuentos infantiles, las películas… y eso nos llena de equívocos y de supersticiones.. ‘El secreto de Marcial’, Premio Nadal 2025.CEDIDA/Destino. ¿Tiene usted algún secreto, materia o no de la literatura?(Suspira). Cuestiones del amor, sin duda. Quién no ha caminado en la sombra de la clandestinidad en el amor. Y después estuve 45 años haciendo periodismo, 35 de trinchera. He vivido cosas increíbles, pero no todo se puede contar.. La emigración ocupa un papel estelar en su libro. ¿Qué opina de los vientos políticos que corren actualmente?Siento mucha, mucha vergüenza cuando viene algún argentino a dar lecciones a los españoles. Somos un verdadero desastre desde hace 50 años. Vargas llosa decía que es una de las decadencias inexplicables de la historia de Occidente. En todo caso, fuimos un laboratorio de errores y maldades. Lo único que hizo bien Argentina y lo digo con honestidad absoluta, incluso personas que detesto, como Perón. Fue el proceso de integración de los inmigrantes. Se hizo sin sentimentalizar, racionalmente. Mis padres para ir allá tuvieron que tener una carta de llamada de alguien, les revisaron los penales y les hicieron un examen de salud. Fue algo programado y salió bien. Y todas esas comunidades, pobres, convivieron. Yo recomendaría no convertir esto en un prejuicio ideológico, pero ya es tarde. Cuando uno no toma una causa y la causa, por prejuicio, sigue viendo en las encuestas que esa causa preocupa a gente no politizada, cuidado porque le ‘regalás’ la causa a un loco. Mejor agarrar la causa, no sentimentalizarlo, sino trabajarlo desde un punto de vista legal, de trabajo. Convertirlo en un asunto de estado y no de corazón ni de demagogia barata. Desgarrarse las vestiduras por un pobre… todos podemos hacerlo, además es gratis. Luego hay que ver cómo solventar esa situación.. El cine y la literatura tuvieron idéntica influencia para mí. Lo mismo John Wayne que Conan Doyle. ¿Ha pensado en establecerse en España de forma más o menos permanente?Muchas veces pensé en vivir a España. Soy el primer español de una familia que llega a Argentina y siento una gran afinidad con la comunidad periodística y literaria española. Quizás más que con la argentina. Sin embargo, encuentro en las historias de escritores españoles y periodistas mucho de lo que a mí me interesa: Pérez-Reverte y su sentido de la épica, Manuel Vicent, y su preciosismo. La idea de que los escritores pueden hacer periodismo en los periódicos. En Argentina no es tanto porque el gueto de los periodistas y el de los escritores no suele tocarse. Aquí conviven en la misma mesa, eso me encanta, yo soy las dos cosas. No tengo separadas las almas. Cuando van a Buenos Aires trato de llevarlos a la radio, presentarlos en la feria del libro… Esto viene de hace 30 años.Mi vínculo con España no tiene mucho que ver con la emigración, sino con la cultura.. El argentino Jorge Fernández Díaz, con el jurado del Nadal.20MINUTOS. El cine, ¿es la salvación de todos nuestros males? ¿Nos escondemos detrás de los héroes que hemos imaginado?Yo creo que las películas tuvieron tanta influencia en mí y después en la literatura, como la ficción, igual John Wayne que Conan Doyle. Aludo en este libro a un momento especial del cine que no va a volver, aunque no añoro los paraísos perdidos. Es como el Siglo de Oro español, es irrepetible. En Hollywood, entre los 40 y los 60, había genios, magníficos realizadores… fue un momento donde, como dice Garci, vivían en el mismo barrio John Ford, Hitchcock, Otto Preminger. Era impresionante. A mí me gusta mucho Scorsese, pero no podía filmar Laura si no es en tres horas y Preminger lo hizo en una hora. Las elipsis, los detalles, el modo en que pasaban las cosas… era increíble.. Si tuviera que relacionarlos con una película, Milei sería ‘Joker’; Pedro Sánchez, Richelieu; Trump, Nicholson en ‘El Resplandor’…. Un recurso de su libro es que a los personajes les pone apelativos, con nombres de actores ilustres, como su propia hermana, a la que llama Susan (como Hayward). Si yo le digo varios personajes, ¿se atreve a relacionarlos con una película?Pedro Sánchez: El cardenal Richelieu. Trump: Jack Nicholson, en El Resplandor; da miedo y la casa está vacía. Javier Milei: Ya me llamó imbécil varias veces, me persigue con sus esbirros mediáticos, tengo que tener cuidado. Lo veo como Joaquin Phoenix en Joker. El toque de locura, pero con la representación de la rabia social, una rabia escondida. El papa Francisco: Soñaba con ser Perón y no papa. Francisco operó como jefe del peronismo. Fue personaje de cine, que siempre se salía con la suya: Kevin Spacey en House of cards. Gardel: Lo asimilo a Sinatra, cada vez cantan mejor los dos. Messi : Harry Potter. Y Maradona: Spencer Tracy en Jekyll y Mr Hyde. Ambos son antagónicos, dos formas de ser argentina, dos talentosos, uno expansivo y turbio. Y el oro apocado y tímido. Talentoso también. No soy tan futbolero como los argentinos. Justamente, con mi padre pasaba que si yo hubiera sido futbolero, eso nos habría unido, y no el cine.