Fue generosamente recompensado con las dos orejas por una faena muy visual al mejor toro de una corrida seca de bravura pero no exenta de aspereza; esfuerzo sin eco de Castella en tarde de dura resaca emocional Leer
Fue generosamente recompensado con las dos orejas por una faena muy visual al mejor toro de una corrida seca de bravura pero no exenta de aspereza; esfuerzo sin eco de Castella en tarde de dura resaca emocional Leer
Fue dura la tarde ya no sólo por la resaca emocional de Morante de la Puebla, sino por el apagón de bravura de la corrida de Jandilla. El muro infranqueable de los jandillas, que desesperaba arriba y hacía sufrir abajo, se resquebrajó a última hora. Y por esa grieta que ofreció el buen último se coló Borja Jiménez, la alegría del funeral. Y la Maestranza, a oscuras durante dos horas, se tiró de cabeza por esa rendija de luz, amable y finalmente desbocada. Lo que va de ayer a hoy, se podría titular la crónica pero no hay afán de comparar.. Durante las resacas emocionales de las tardes gloriosas de Morante siguen sucediendo cosas extraordinarias que, al contrario de lo que sucede con otros toreros, potencian los recuerdos de lo vivido en el ruedo. Nuevas fotografías de la faena vieja caían por las redes formando un catálogo que descubría detalles sublimes: la distancia milimétrica a la que pasan los toros anulando los espacios, el palillo asido por el sitio exacto, el pitón marcando la ingle en la estocada. Y la perfección inmejorable a derecha e izquierda, en la verónica y en todo lo demás. Que se hace una pesada mochila para asistir con la mente limpia.. A la resaca emocional, ya digo, vino a sumarse el ladrillazo de la corrida de Jandilla. Un apagón de raza y bravura no exento, para más inri, de asperezas para los toreros. Ese doble filo mortal que transmite aburrimiento al público mientras abajo Sebastián Castella, José María Manzanares y Borja Jiménez pasaban sus fatiguitas. Unos más que otros, también es verdad, proporcional a la exposición de cada cual. La de Castella no fue poca, tan sorda.. A ultimísima hora -21.08- saltó un sexto llamado Jugarreta que fue el tuerto en el país de los ciegos. Y aunque no fue toro de excelencias sí ofreció notas buenas, una nobleza sin frenos, un empuje mayor. Borja Jiménez se agarró a ese clavo ardiendo en el muro de Jandilla. Construyó una faena alegre en aquel funeral, voluntarista, efectista y visual, entre múltiples registros. Desde el arranque por pases cambiados al nudo gordiano, periférico y curvo. Básicamente diestro. Circulares también hubo, y muy celebrados. Un epílogo por bajo hacia tablas y, sobre todo, una estocada soberana. Ante el vacío y la nada, el público se precipitó hasta las dos orejas sin encontrar dique de contención en el palco. Lo que hubiera sido un justo trofeo se convirtió en un desbarre.. Castella le coge el pitón al cuarto toro de JandillaEfe. A las 19.07 Sebastián Castella se había postrado a porta gayola con sus 25 años de alternativa a cuestas. Aguantó lo indecible antes de librar la larga cambiada. Pasó silbando el serio toro que estrenaba la corrida de Jandilla. Arremangado de pitones, cargado por delante, un tanto en bloque su cuajo, pegó pechazos hasta que Castella ahormó el saludo ya en el tercio opuesto. El jandilla descolgó pero nunca se soltó ni rompió hacia delante. Aunque Viotti en el capote lo hiciera parecer otra cosa con el juego de las inercias. Mentira. El toro se volvía sobre su embestida, tan apoyada en las manos, apenas pasado el embroque. SC lo intentó sin resultados por uno y otro pitón, desde el profuso prólogo, que a la postre encerró los únicos brillos. De la lidia quedaron los de José Chacón asomado al balcón.. José María Manzanares, que reparecía de su percance en Fallas, despenaba a las 19.44 de un espadazo desprendido a un tal Secretario que fue una cosita. Lo marcó en el quite de Borja Jiménez por chicuelinas y se lo cantó a Manzanares por la derecha, una guasa venenosa. De poder contado para desarrollarla, con un cuello más flexible -como había demostrado en las verónicas del saludo-, Manzanares lo fijó y lo pasó con fuerte toque de voz y muleta. Un cabroncete siempre frenado.. No le fue a la zaga un jabonero sucio de bastas hechuras y también recogida cara. Se movió con más violencias que son desde que salió. Berreón, esperó en banderillas, con las cara entre las manos. Y luego la soltó en la muleta con genio. Borja Jiménez brindó al público con más entusiasmo que certeza. Un traguito, no fácil de «limpiar el muletazo». Como dicen ahora los del neolenguaje. Que no le enganchase, o sea. Otro toro agarrado al piso. Cuando le propuso la izquierda se dormía. Un pinchazo y una estocada.. Expuso mucho sin un retorno agradecido Sebastián Castella con el cuarto que se me antojaba cargado en sus hechuras. Las caras decían una cosa y los cuerpos otra. Y fue además muy engañosa para el público, pues bajo el deslucimiento y la falta de bravura escondía aristas, filos y durezas. Castella lo esperó siempre, le aguantó mucho, ya desde los doblones y la primera serie sobre la derecha. Venía dormido, amagado, insincero. Había un esfuerzo del torero que no se transmitía arriba. Y la gente se aburría. Sorda entrega del galo contra la ausencia de entrega del jandilla. Un estoconazo resolvió la trabada ecuación.. Manzanares apostó por solucionar en el caballo todo lo malo que venía apuntando el quinto, tan sangrado. Huérfano de raza, muerto en combate, no dio para nada. Abrevió el alicantino con contundente volapié.. Después vino el éxito feliz y festejado de Borja Jimenez como consuelo para el que lo encuentre.. PLAZA DE LA MAESTRANZA. Viernes, 2 de mayo de 2025. Sexta de feria. Casi lleno. Toros de Jandilla, todos cuatreños; cargadas hechuras y recogidas caras; secos de bravura, muy frenados y ásperos; el 6º fue el mejor.. SEBASTIÁN CASTELLA, DE TABACO Y ORO. Media estocada (silencio); estoconazo (silencio).. JOSÉ MARÍA MANZANARES, DE AZUL MARINO Y ORO. Espadazo desprendido (silencio); estoconazo (silencio).. BORJA JIMÉNEZ, DE GRANA Y ORO. Pinchazo y estocada (silencio); gran estocada (dos orejas).
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