En los años 60 y 70 florecía en el mundo literario un fenómeno tan inesperado como potente. Lo primero, la sorpresa, se pasó, pero lo segundo, su enorme fuerza, perduraría con el paso de las décadas, hasta el punto de convertir aquello en un género nuevo y perenne: el boom latinoamericano.. Este hecho cultural, muy ligado a los convulsos tiempos que vivía Cuba con su revolución (1959), lo sustentaron algunos acontecimientos culturales, como la curiosidad del editor español Carlos Barral por unos escritos que otros habían descartado.. Entre ellos, el de un joven poco conocido, Mario Vargas Llosa, una novela titulada La ciudad y los perros que conseguiría en 1962 el premio Biblioteca Breve que concede la editorial Seix Barral. La compuerta se acababa de abrir para que en el río de lo inédito fueran llegando otros autores que harían algo enorme de una fina intuición.. Vargas Llosa ha sido el último testigo de esos tiempos de bonanza creativa. Aunque fueron muchos los autores que despuntaron bajo esa luz novedosa, son cuatro principalmente los que destacaron, quienes dieron nombre y apellido al movimiento.. El argentino Julio Cortázar, autor de Rayuela, Bestiario y El final del juego (entre muchos), falleció en París en 1984. Sus ficciones transitan de lo real a lo fantástico y sus piezas que orbitan en torno al existencialismo y el paso del tiempo.. Gabriel García Márquez, con quien Vargas Llosa mantuvo una tumultuosa relación que pasó de la amistad fraternal a la antipatía y el desprecio personal, fue el puntal más destacado de esta corriente. Su Cien años de soledad, su novela cumbre, se convirtió en el motor generador de algo llamado y venerado como ‘realismo mágico’. El colombiano murió en México en 2014, hace justo ahora once años.. El mexicano Carlos Fuentes, autor de La muerte de Artemio Cruz, fue el cuarto tripulante de esta nave. Fuentes falleció en mayo de 2012 en su país.. A esta influencia se sumaron nombres como el mexicano Juan Rulfo, con Pedro Páramo; el uruguayo Augusto Roa Bastos y Yo el supremo; el poeta mexicano Octavio Paz y El laberinto de la soledad; Y el guatemalteco Miguel Ángel Asturias, escritor de El señor presidente.. Las dictaduras, el amor, la naturaleza, el paisaje, la identidad, la pequeñez del ser humano, la pasión… todos estos temas laten en las obras de tantos escritores que nacieron con ese boom que hoy despide a Vargas Llosa, inventor de fábulas y de realidad.
Junto a Cortázar, García Márquez y Carlos Fuentes constituyó el núcleo central de un movimiento revolucionario
En los años 60 y 70 florecía en el mundo literario un fenómeno tan inesperado como potente. Lo primero, la sorpresa, se pasó, pero lo segundo, su enorme fuerza, perduraría con el paso de las décadas, hasta el punto de convertir aquello en un género nuevo y perenne: el boom latinoamericano.. Este hecho cultural, muy ligado a los convulsos tiempos que vivía Cuba con su revolución (1959), lo sustentaron algunos acontecimientos culturales, como la curiosidad del editor español Carlos Barral por unos escritos que otros habían descartado.. Entre ellos, el de un joven poco conocido, Mario Vargas Llosa, una novela titulada La ciudad y los perros que conseguiría en 1962 el premio Biblioteca Breve que concede la editorial Seix Barral. La compuerta se acababa de abrir para que en el río de lo inédito fueran llegando otros autores que harían algo enorme de una fina intuición.. Vargas Llosa ha sido el último testigo de esos tiempos de bonanza creativa. Aunque fueron muchos los autores que despuntaron bajo esa luz novedosa, son cuatro principalmente los que destacaron, quienes dieron nombre y apellido al movimiento.. El argentino Julio Cortázar, autor de Rayuela, Bestiario y El final del juego (entre muchos), falleció en París en 1984. Sus ficciones transitan de lo real a lo fantástico y sus piezas que orbitan en torno al existencialismo y el paso del tiempo.. Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez, en sendas imágenes de archivo.ARCHIVO. Gabriel García Márquez, con quien Vargas Llosa mantuvo una tumultuosa relación que pasó de la amistad fraternal a la antipatía y el desprecio personal, fue el puntal más destacado de esta corriente. Su Cien años de soledad, su novela cumbre, se convirtió en el motor generador de algo llamado y venerado como ‘realismo mágico’. El colombiano murió en México en 2014, hace justo ahora once años.. El mexicano Carlos Fuentes, autor de La muerte de Artemio Cruz, fue el cuarto tripulante de esta nave. Fuentes falleció en mayo de 2012 en su país.. A esta influencia se sumaron nombres como el mexicano Juan Rulfo, con Pedro Páramo; el uruguayo Augusto Roa Bastos y Yo el supremo; el poeta mexicano Octavio Paz y El laberinto de la soledad; Y el guatemalteco Miguel Ángel Asturias, escritor de El señor presidente.. Las dictaduras, el amor, la naturaleza, el paisaje, la identidad, la pequeñez del ser humano, la pasión… todos estos temas laten en las obras de tantos escritores que nacieron con ese boom que hoy despide a Vargas Llosa, inventor de fábulas y de realidad.