Vino la exacta y buena corrida de los Lozano a poner las cosas en el sitio de la categoría con la guinda de un toro extraordinario malgastado por el Fandi; los aceros dejan a Galván sin premio; correcto Ginés Leer
Vino la exacta y buena corrida de los Lozano a poner las cosas en el sitio de la categoría con la guinda de un toro extraordinario malgastado por el Fandi; los aceros dejan a Galván sin premio; correcto Ginés Leer
Vino Alcurrucén a Sevilla a poner las cosas en su sitio con categoría. Una corrida bella, exacta, equilibrada, pareja. Y además buena en su fondo y en un feudo como la Maestranza que nunca ha sido suyo. Una lección coronada con la cátedra en bravura de un Profesor superlativo. Desgraciadamente lo desperdició de principio a fin El Fandi a telonazo limpio. David Galván fue quien más cerca estuvo de salir premiado, pero los aceros los plantaron en la frontera. Y Ginés pasó correcto por el examen. A ninguno le vale el resultado para salir de su situación.. La lluvia de todo el día paró más de una hora antes de la corrida, tiempo sobrado para acondicionar el ruedo hasta la perfección. David Fandila «El Fandi» volvía a Sevilla una vez más a sus 25 años de alternativa. Durante muchísimas ferias ocupaba puesto en aquellos sábados de farolillos que se tenían por el día de los pueblos, donde ahora se anuncia Roca Rey. Y en aquellos carteles mediáticos todo era una fiesta. Fandi caía este miércoles de preferia como fuera de lugar, y es posible que su nombre haya quedado ya sobradamente amortizado en abril.. Cumplió con su papel en los tercios previos -la valerosa larga cambiada, las alegres chicuelinas del quite, las banderillas vistosas- ante el hondo y guapo toro que estrenó la corrida de Alcurrucén, escogida con esmero, con el equilibrio exacto, con la categoría que merece Sevilla. Noblón, con la humillación limitada al embroque, pasaba para soltarse con el celo escaso, anunciando un fondo contado. Fandi se lo trabajó antes de que se acabase y también después. La habitual efectividad con la espada no sucedió.. Saltó Pelucón, de reata famosa, pariente del toro que inmortalizó Morante en la Beneficencia. Fino, hechurado, generoso el cuello. Esa cosa dispersa del encaste Núñez de salida se fue despejando tras pasar por el caballo -un derribo sonoro-, y ya en el capote de Juan Carlos Rey el alcurrucén colocó la cara y prometía paraísos planeando. Si aguantaba, iba a ser de lío.. Buen muletazo de inicio de faena de David GalvánEfe. Esas curvas descolgadas las siguió dibujando la embestida en el pinturero prólogo de David Galván, con una calidad especial por el pitón izquierdo. Por eso los cambios de mano, tanto entonces como en el cierre de las series, desprendieron ese aire carísimo. Y, sin embargo, Galván no se atrevió a coger la izquierda hasta la cuarta serie, cuando los presagios sobre la duración de toro se hacían realidad… Los naturales prendieron también ese sello personal que había presidido las tres tandas de bonitos derechazos; desembocaban en los superlativos cambios de mano -el muletazo más profundo de todo- y en unos inconmensurables pases de pecho.. El eco de un jaleo considerable arropó la faena de David Galván. Y también un broche hacia tablas, por bajo, tirando de muñecas.. El eco de un jaleo considerable arropó la faena. Y también un broche hacia tablas, por bajo, tirando de muñecas. Un espadazo muy atravesado y, por tanto, sin muerte, necesitó del verduguillo. Que redujo el premio a una ovación después de que el fantasma del reciente fiasco de Zaragoza -se dejó dos toros vivos- planease junto al aviso levemente por Sevilla.. De la familia de los músicos, el tercero (Pianero) venía con unas líneas formidables, la armonía de los toros bien formados. Fue formal en su comportamiento, con una fijeza preclara, humillador y bueno. A veces pareció faltarle un paso, y otras sí contó con él. Cuando Ginés Marín lo toreo más suave quizá. Hubo un entendimiento sordo. Como si faltase algo allí para trascender de lo correcto y traspasar la frontera del bien para uno y otro. Cosechó una ovación -tras aviso- al enterrar media estocada.. Sobre el ecuador de la tarde, apareció Profesor, el compendio perfecto entre Pelucón y Pianero, la sublimación de lo apuntado. Un toro sideral que, una vez superado un ligero acalambraniento de salida, se puso a embestir con una codicia formidable, un ritmo extraordinario. Aquel colorao venía hecho en el molde de Dios. Por fuera y no digamos por dentro. La desgracia fue que cayese en las labriegas manos de El Fandi.. Increíblemente la banda de música de la Maestranza -no se puede ser más chufla- se arrancó con la serie de rodillas con la que El Fandi abrió la dolorosa faena. Un dolor de ojos indescriptible causa contemplar aquella maravilla de bravura malgastada entre muletazos gruesos como brochazos. No sigo sin antes mandar el pésame a Alcurrucén. Qué pena. Ni la ovación en el arrastre puede compensar un toro derrochado de tal modo. Profesor subió directamente al podio de la feria. La condena de algunos silbidos, entreverando la ovación, para Fandila sonó escasa. La sentencia debería ser otra definitivamente en los despachos de Pagés.. Pase de pecho de Ginés Marín al tercero de la tardeEfe. Lucía el quinto unos cabos tan finos que se hacían de gacela. A veces trémulos. Muy fino el pitón también. Una seriedad elegante. Favorito se llamaba. Como aquel que inmortalizó Diego Urdiales en Bilbao. Muy manejable, falto de humillación, se dejó hacer todo y más. David Galván interpretó las alturas, los terrenos hasta acabar metido, firme y compuesto, elevando siempre las rondas en los pases de pecho. El arrimón final calentó mucho el ambiente, en la pala el aguante. Se presagiaba que si mataba tal vez ahora ataría la oreja.De nuevo la travesía del acero necesitó del descabello. Una ruina. Otro aviso. Una ovación.. Se unió el sexto al primero de la corrida para ser los de menores prestaciones y juego, los de menos llama y más deslucidotes. Ginés estuvo queriendo. Se acordaría del tercero. Pero ya era de noche. El reloj marcaba las 21.32. Y hacía frío después de ver un puñado de toros arrastrarse tal cual salieron, con las orejas puestas.
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