El maestro vuelve a Madrid y se anuncia este San Isidro en la Prensa y la Beneficencia. Viene de hacer historia en Sevilla, disipando las tinieblas del invierno: «Me arrepiento un poco de haber llorado» Leer
El maestro vuelve a Madrid y se anuncia este San Isidro en la Prensa y la Beneficencia. Viene de hacer historia en Sevilla, disipando las tinieblas del invierno: «Me arrepiento un poco de haber llorado» Leer
Las nubes negras sobrevuelan veloces los campos verdes del término de Utrera. El viento del oeste que las empuja agita las espigas, seca la tierra húmeda y se afila contra una cruz de granito del siglo XIV clavada en lo alto de un cerro. Vigila la finca Malvaloca, sinuosa de caminos y laderas. Morante de la Puebla otea sus dominios sobre un caballo tordo, desde su montura española, enfundado en un traje de corto gris inspirado en Gallito, agarrando una garrocha que fue de Belmonte. Una amalgama de viejas tauromaquias vuelve a darse en él, último cabo del hilo del toreo. Las chorreras de la camisa blanca asoman por debajo del barbuquejo que asegura el sombrero cordobés en ese mentón hecho de verónicas; los zahones de cuero lucen la M de su hierro, las espuelas de plata gastadas; el gesto serio, belmontino, señalando con la barbilla Gómez Cardeña. No queda lejos.. El día transcurre plomizo, entreverado de lluvias. Toda tempestad siempre pasa. Como pasaron el invierno y la oscuridad. Morante ha disipado las tinieblas, ha vuelto a la luz entre ellas, otra vez de pie en los ruedos. Asombró Sevilla el 1 de mayo, hendió otra muesca en la culata de la historia. Y deslumbró, otras vez, cuatro días después a esta plaza que acude expectante a verlo y no siempre sabe verlo. Asusta la pureza con que se entrega al toro; hay algo sacrificial, de inmolación, en ese ofrecimiento absoluto de su cuerpo. Y emociona contemplar de nuevo el toreo. Como fue, es y será. Concienciado, responsabilizado, resarcido el ánimo. «Me arrepiento un poco de haber llorado. ‘Los toreros no lloran, cojones, los toreros no lloran’, me repetía por dentro. Pero es tanto el sufrimiento que llevo conmigo», confiesa el maestro mientras se aprieta la frente. Un gesto que repite con frecuencia de metrónomo durante la entrevista. El tratamiento de la enfermedad ha causado algunas dentelladas en su memoria. Lo asume, pero le ruboriza el olvido, le duele el blanco de cuando todo se funde en negro. Sabe que un artista es la huella de sus obras. La historia del arte está hecha de sustratos memorísticos. La suya vive en nosotros, custodios de su leyenda: «Un torero sin memoria es como un álbum sin fotos».. Llegó Sevilla, salió el sol y se hizo la luz del toreo: otra fecha para la historia.. (Sonríe tímidamente). Para el recuerdo. La recordaremos sobre todo por haber parado el toro a una mano. Nunca lo había hecho en la plaza, alguna vez en el campo. Es difícil que salga bien. Hubo otras cosas interesantes.. Y sobre todas el compromiso.. Sevilla hace que se remueva el cuerpo por dentro. Uno intenta sacar la máxima torería, todo el sentimiento. Sabes que asiste un público que lo valora.. Pasamos del «¿Qué más queréis?» de Resurrección a…. [La carcajada interrumpe, resuena en el salón]. Es que Sevilla también tiene sus días como los tenemos todos. El público estuvo ese domingo muy expectante, pero poco emocionado. Y, claro, ante esa actitud uno se enfada con Sevilla y con la madre que la parió… [Vuelve a reír con el espíritu alegre, y ésta es una noticia impagable a lo largo de todo el encuentro].. Cuando usted desempolva suertes añejas, todos nos ponemos a especular y no siempre damos con la clave del origen. ¿Ese saludo con el capote a una mano desde dónde viaja?. Hay unas imágenes fabulosas de Joselito [el Gallo] en Madrid, en la corrida de los seis toros de Martínez. Pero aquello se basaba más en el estilo de Reverte, que paraba el toro con el capote echado al brazo. Y lo que yo hice fue torear a una mano. Me atrevería a decir que fue algo único. Nace de mi afición, de rebuscar en uno mismo tauromaquias lejanas.. No sé si será casualidad, pero cada vez que le anuncian con los supuestos herederos [Ortega y Aguado] los coloca en su sitio. [Da igual porque cuatro días después manda a por tabaco a dos figuras consagradas, Manzanares y Talavante]. [Una sonrisa sonora ilumina su expresión]. Son tardes en las que uno se aprieta incluso más, si puede. Es un asunto de orgullo, de torero. Los admiro, que conste, pero cuando te ponen en Sevilla con dos «supuestos herederos», como usted dice, uno hace lo posible para, para… [no halla la palabra]. Para dejar claro de quién es el trono.. Bueno, se intenta. Otras veces no sale. La fortuna se puso de mi lado.. Cuando se echó el toro y se desató el clamor del triunfo, lloró como un niño.. Es algo de lo que me arrepiento un poco. Yo me decía por dentro «los toreros no lloran, cojones, los toreros no lloran». Pero, claro, es tanto el sufrimiento que llevo conmigo, en mi angustiosa enfermedad, que a veces uno no se puede reprimir. Volvía a repetírmelo, «los toreros no lloran, no llores» [muerde la frase como si la quisiera reprimir], pero me embargó la emoción por todo lo que voy pasando para seguir viviendo.. «Yo me decía por dentro «los toreros no lloran, cojones, los toreros no lloran». Pero, claro, es tanto el sufrimiento que llevo conmigo, en mi angustiosa enfermedad, que a veces uno no se puede reprimir».. No es la intención de la entrevista detenerse y ahondar en su grave enfermedad -un trastorno disociativo de la personalidad-, pero sí conviene pararse en una consecuencia del mal mental. O del tratamiento psiquiátrico. La pérdida de memoria, las lagunas de los recuerdos. Un artista es su memoria, el museo de sus obras. El baúl de la historia de Morante rebosa hitos inolvidables: la faena al toro Cacareo en Bilbao (2011), la antología que desplegó en Valencia mano a mano con El Juli (2005), la faena histórica del toro Pelucón en la Beneficencia de Madrid (2022), la inalcanzable del toro de Matilla en la feria de San Miguel (2022), el rabo de la rotunda perfección en Sevilla (2023).. Escucha la retahíla de sus grandes éxitos como si quisiera conectar con el eco de aquellos clamores, pero las imágenes de aquellas tardes de gloria no vuelven a su cabeza.. Es muy triste. A veces lo hablo con Pedro, que además de mi apoderado es mi enfermero, y le digo: «No te das cuenta de que un torero sin memoria es como un álbum sin fotos». Es muy difícil de entender. No hay más remedio que conformarse. No es que haya perdido totalmente la memoria. De lo malo no me quiero acordar. [Y estalla en una carcajada]. Ni de las deudas.. ¡Esas me las hacen recordar!. Existe un proyecto precioso de Álvaro Núñez [Cuvillo] con crónicas de sus faenas históricas para que recuerde lo que olvidó. ¿Se puede reconfigurar un artista a través de los ojos de otros?. Hay faenas no existen para mí. Otras sí. O por fotografías. O por algún momento especial. Por algún instante en este caso imborrable. De la mayoría no hay rastro. Me alegro mucho de que a Alvarito le ilusione esta idea. Es un ganadero extraordinario que va a volver a lo más alto.. Las fuentes antiguas en las que bebe su toreo sí las ha recuperado. Como si se encendiera una memoria automática.. Por los menos no se me ha olvidado torear, ya es una suerte [sonríe]. Muchas veces echo mano de los libros o de los archivos que guardo en el teléfono para certificar de forma más segura lo que puede ser una idea liviana.. Y el conocimiento de códigos de la bravura también se le reactiva delante de la cara del toro.. Es un saber de siempre, innato. Lo veo sin dudar. Como mi toreo, está intacto. ¡Ya es lo que faltaba si no fuera así!. Su memoria habita en nosotros.. Carezco de redes sociales. Ni Facebook, ni Instagram. Pero afortunadamente cuento con la gente que me rodea y funciona como mi disco duro. No me recuerdan además los momentos malos, que también los ha habido. Me emociona formar parte de la vida de otros, ser consciente de que la vida de un aficionado sin mí sería otra vida. Yo sin el toreo no sería nada. Ser lo que quiero ser es la satisfacción de otros.. «Hay faenas que no existen para mí. Otras sí. O por fotografías. O por algún momento especial. Por algún instante, en este caso imborrable».. Le alabo el valor para hablar de la salud mental sin tapujos y más en un mundo como el del toro donde los tabúes se suceden.. Rafael el Gallo salió llorando la primera vez que le cogió una becerra. Una becerra, por cierto, de Pérez de la Concha. Mi primera vez, de niño, también fue con una becerra de Pérez de la Concha. Por ese valor sentimental compré el hierro. El padre de Rafael le regañó a la voz de «¡los toreros no lloran!». Y él contestó: «No lloro de miedo, lloro de vergüenza». El torero se cría en un ambiente de dureza, donde no puedes quejarte. El ser humano es lo contrario. El miedo siempre viaja contigo. Mi miedo es mi cabeza. Ya con 20 años fui a Estados Unidos a tratarme. Salí adelante sin salir del todo. No siento temor a hablar de la enfermedad. La sufre mucha gente. No tanto el trastorno mío de la despersonalización, pero la quiebra de la salud mental está a la orden del día y de la calle. El torero es humano.. ¿Vive muy medicado?. Tomo demasiadas pastillas.. Físicamente se le ha notado fuerte en Sevilla.. Los años van pasando. Me hice una plaza de tienta más grande ahí fuera [señala por la ventana] para poder banderillear con más pies, y ahora se me ha quedado más grande de la cuenta.. Sus piernas responden. Estos han sido los días en que mejor me he encontrado. Siempre ando con las consecuencias y los efectos secundarios de los fármacos. Me he visto más rápido de piernas que de costumbre últimamente. Y esto te da seguridad. Es una parte importante para creer que hay futuro.. «Me he visto más rápido de piernas que de costumbre últimamente. Y esto te da seguridad. Es una parte importante para creer que hay futuro».. El valor empieza por las piernas.. Pues sí. A Joselito le preguntaron una vez para qué quería las piernas. «¿Para qué las voy a querer? Para torear», contestó. Le dije a El Fandi en Granada: «David, la envidia que me dan tus piernas, mi alma». Y otro decía: «No pasa nada, que si tienes muchas piernas las utilizas demasiado». [Risas y risas]. Durante una época estudió mucho a Domingo Ortega, la refutación de la quietud.. He visto un vídeo de Paco Camino en Sevilla en que lo hacía de un modo semejante. De ir al paso hacia los medios. Para eso más que piernas, hace falta ritmo. Es lo que crea el arte.. El ritmo es vital en el toreo y en la bravura.. Claro. El ritmo el primero que lo tiene que imponer es el toro. El torero debe verlo y acompañarlo. Es como una baile para dos; deben danzar los dos al mismo son.. Vuelve ahora a Madrid, en las corridas de la Prensa y Beneficencia.. Sólo verse anunciado en Madrid produce miedo. Se echa un toro descomunal. Y va uno pensando en escapar del compromiso más que pensando en torear. Es extremadamente grande el toro. Madrid debe ser la capital del toreo, del toreo [incide], no de la tragedia. Debería ser la Universidad del toreo. Para los chavales es inviable el triunfo con esas novilladas.. Ha demostrado usted ser un tipo tremendamente generoso toreando con todo el mundo.. Nunca he quitado a nadie. Algunos compañeros lo hacen, pero el empresario no lo debería consentir. Que se vete a un compañero es horrible. Necesitan quizá sentirse más arropados. A mí no me ha hecho falta. Mi modelo es perfectamente realizable.. «Quiero levantar un momumento a Antoñete en Madrid, un torero muy bueno. Quizá algunos digan que no ha sido figura, ni tuvo tres fincas. Pero eso qué más da».. No recuerdo un torero de arte convertido como usted en figura imprescindible del toreo en todas las ferias. Se ha anunciado en algunas plazas sin mirar por su categoría.. ¿Y qué hacemos con las plazas de los pueblos? ¿Las tiramos?. En estos últimos años, con la salud ya quebradiza, ha velado más por la tauromaquia que por usted mismo.. Por mí he mirado menos. Como decía Juan Belmonte, nací con esta enfermedad del toreo y no se me cura.. ¿Es cierto que quiere levantar un monumento a Antoñete en Las Ventas?. Es una de mis ilusiones, y no quiero que se me escape. Antoñete ha sido un torero muy bueno, muy de Madrid, un torero especial, bohemio, hondo y puro. Quizá algunos digan que no ha sido figura del toreo, ni se ha comprado tres fincas. Pero eso qué más da. Echo de menos un monumento a Chenel en los alrededores de la plaza. Incluso hemos encargado ya una maqueta. Es muy él, con el pitillo en la mano. A ver si pasamos el atragantón de Sevilla y Madrid y le damos forma.. Que cumpla el sueño de la Puerta Grande, maestro.. Ojalá. Como aquellas de Antoñete. Madrid es tan grandiosa…
Toros // elmundo