La corrida satancolomeña, pasada de kilos, sin poder y vacía de casta, propicia el anti espectáculo; Alejandro Mora escucha los tres avisos de una presidencia veleta, de afilada puntualidad y escasa sensibilidad; alborotada maestría de Ferrera y firme De Miranda Leer
La corrida satancolomeña, pasada de kilos, sin poder y vacía de casta, propicia el anti espectáculo; Alejandro Mora escucha los tres avisos de una presidencia veleta, de afilada puntualidad y escasa sensibilidad; alborotada maestría de Ferrera y firme De Miranda Leer
Cercana la noche, las mulillas arrastraban el último toro y, con él, un espectáculo paupérrimo, el anti espectáculo de una corrida pretendidamente torista, atacada de kilos, sobrecarga de tonelaje y vacía de poder y casta, huérfana de bravura: lo de Valdellán fue un petardo gigante. Promedió 608 kilos el encierro santacolomeño que se convirtió en encerrona morucha, infumable. Algún espejismo de aquel o este toro, y ya. De León, mejor la cecina. No presidió, para colmo, en orden y con coherencia de criterios don José María Fernández Egea. De afilada puntualidad y escasa sensiblidad con los avisos. Alejandro Mora se dejó vivo el toro de su confirmación; Antonio Ferrera exhibió su alborotada maestría; y David de Miranda pasó por esta tierra baldía de Las Ventas con firmeza y seriedad.. Había quedado una tarde plácida de toros en los albores, un ruedo inmaculado, algo blando, tras la lluvia. Un sol inesperado obligó a abrir en sus tendidos algunos paraguas que ejercieron de sombrillas. Allí se concentró mayoritariamente el público que asistía a la corrida del este Domingo de Ramos, más de 9.000 personas. Las banderas caían lacias, apenas movidas por una leve brisa. La confirmación de Alejandro Mora, sobrino de Juan, que firmó hace 14 años un inolvidado bolero de Otoño, traía prendida la ilusión de los nostálgicos. Alejandro sabe torear con ese aire diferente de lo clásico como demostró con Bilbaíno, el toro de la ceremonia. Guapo, cárdeno estrellado, sin cuello, gordo y pasado de kilos como toda la corrida de Valdellán. De contados poder y humillación, no se dio con generosidad, pero sí con cierto modo manejable en sus rácanos viajes.. Alejandro lo fijó -desparramaba algo la vista- y lo interpretó notablemente, poniéndole su aquel y evitando el derrote último. El problema es que apuró por demás la faena, o se pasó de ella. Y el toro se tapaba la muerte, complicándose para pasar con la espada. Que enterró perpendicular y suelta en el cuarto viaje, sin efecto letal. Los avisos se precipitaron y el descabello se puso complicado, máxime cuando la cuadrilla se dejó ir el toro a los medios. Al tercer golpe de verduguillo el presidente José María Fernández Egea envió con afilada puntualidad y dudosa sensibilidad el tercer aviso, toro al corral, un borrón en fecha importante. ¿Habría descontado el usía desde el cambio de tercio los minutos de la profusa ceremonia de confirmación con Ferrera queriendo sacar al maestro Juan Mora?. La sospecha se sostuvo cuando adornó la faena de Antonio Ferrera en el toro siguiente con otros dos avisos, ceremonia de devolución de trastos y tal de por medio. Reloj implacable el de Egea. El toro traía otro tipo, más flexible, más descolgado el cuello y, por tanto, la embestida. No mala, pero tampoco uniforme. Ferrera armó cosas extraordinarias en una faena desigual en el trazo, riquísima en los resortes técnicos, tan variopinta que no armonizó una sola serie bajo un único concepto. Respondió el toro siempre mejor por el derecho; AF se despatarraba en estos muletazos y se desmayaba en aquellos. Veterana y alborotada maestría. Una trinchera fue un monumento mexicano. Pero el personal se quedó con el desdibujado tramo final y, sobre todo, con un espadazo horrible en los blandos.. Antonio Ferrera en un derechazo muy roto. Volvió el tercero de Valdellán ya en el tercio de banderillas a los corrales tras lesionarse la pata izquierda durante la lidia, renqueando sin derrumbarse. El presidente ya no fue tan estricto en el cumplimiento del Reglamento y lo devolvió. Saltó un sobrero de Los Maños, cárdeno claro, en la misma línea de sobrecarga de la corrida santacolomeña: 620 kilos. David de Miranda le voló bien el capote y estuvo muy firme con su anclado juego y sus miradas cortantes. Siempre queriéndolo echar hacia delante con mucho aguante.. El atacado cuarto toro, castigado con 629 kilo, no se sostenía en sus acalambrados cuartos traseros ya desde salida. Ese inmenso tonelaje temblaba sobre los trémulos apoyos. ¿Queréis santacolomas con 600 kilos? Ahí los tenéis. Sin el motor de la casta además para remontar el poder mermado, esos volúmenes. El usía Egea volvió a girar como una veleta y no lo cambió con motivos sobrados. Es decir: devolvió el que no debía, mantuvo el imposible. Un capotazo horrible lo derruyó como una demolición controlada. Antonio Ferrera se emperró en hacer faena con la plaza en estado volcánico entre protestas y guasas. Un cabreo lógico, atronador ante el sablazo.. David de Miranda echó una tarde seria y ordenada, asentado esta vez con un toro feote, así como asaltillado con expresión de medio pelo, que embestía como era. No le sobraba el empuje -más genio que raza- y al tercer muletazo, además de desfondarse, se orientaba. Hay veces que aunque las cosas no salgan está uno bien. Es lo que le sucedió a De Miranda, que firmó la serie más redonda apostando todo sobre la mano derecha, allí abajo. No tomó vuelo la esforzada faena, penalizada también por la demora de los aceros. El toro hirió al puntillero, Vicente Herrera. Egea siguió enviando avisos. Hubo que apuntillar al bicho por detrás, a la mexicana. Ojalá siempre así. La ovación al toro en el arrastre fue surrealista.. Se despidió Alejandro Mora con un sexto gazapón y morucho, la guinda de la moruchez de Valdellán, empezando la faena con unos recortes nada convenientes. Quiso ponerse después con aquel movimiento vacío y desentendido, y volvió a demostrar que su espada no funciona.. MONUMENTAL DE LAS VENTAS. Domingo de Ramos, 13 de abril de 2025. Más de 9.000 personas. cuatro cinqueños (2º, 3º, 4º y 6º); muy pesadores en sus diferentes hechuras; serios por delante; sin poder y descastados; un sobrero de Los Maños (3º bis), parado.. ANTONIO FERRERA, DE CARMESÍ Y ORO. Bajonazo, pinchazo y estocada. Dos avisos (silencio). En el cuarto, estocada baja (silencio).. DAVID DE MIRANDA, DE SANGRE DE TORO Y ORO. Pinchazo y estocada (palmas). En el quinto, media tendida y varios descabellos. Dos avisos (silencio).. ALEJANDRO MORA, DE BLANCO Y ORO. Tres pinchazos y estocada perpendicular y suelta y tres descabellos. Tres avisos (pitos). En el sexto, dos pinchazos y estocada perpendicular (silencio).
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