Si viven o han pasado por Madrid es probable que hayan visto, desde la carretera, un edificio blanco, gris, rojo y negro con un agujero en medio: es el Mirador de Sanchinarro. Hace poco, un arquitecto cuyo estudio ha realizado varios proyectos para la Empresa Municipal de la Vivienda me habló de una moda en el diseño de viviendas sociales que existió hasta 2008 y que los nórdicos catalogaron como “arquitectura del wow” o arquitectura espectacular. Aunque resulte extraña la idea de espectacularidad en lo público, el objetivo de los estudios a la hora de hacer propuestas de vivienda pública era la de lograr un gran impacto mediático en el mundo entero. Salir en las revistas. Y, a pesar de que el parque público suele tener, de base, una serie de problemas relacionados con la alta densidad y apiñamiento o la escasez de servicios públicos en el barrio, a los niños y niñas de Madrid, nos entró por los ojos eso de la “arquitectura del wow”. Todos quisimos vivir en un edificio con agujero y no nos importaba saber si ahí se vivía bien o mal.. Hace un mes, el realizador audiovisual Albert Lloreta escribió un artículo en su blog e hizo un vídeo en el que explicaba cómo “la realidad parece haber dejado de tener sentido” porque pasan todo el rato tantas cosas y tan espectaculares que cada vez nos cuesta más entender lo que ocurre a nuestro alrededor. “Vivimos en un estado permanente de confusión” dice Lloreta. Baudrillard contaba en Simulacros y simulación cómo la sociedad se ha convertido en imágenes y representaciones que simulan una realidad. Pero el nivel de simulación que estamos experimentando en los últimos años y, sobre todo, en estos primeros meses de 2025, ha alcanzado tal nivel y está siendo tan agresivo que la realidad ya no es ni siquiera una imitación de algo real. Todo parece fruto de la ciencia ficción.. La traslación gráfica de esto se puede ver en el auge de los AI Slops: un tipo contenido de baja calidad, generado por inteligencia artificial (como textos, imágenes o vídeos) que carecen de esfuerzo, lógica o propósito claros y que están invadiendo Internet. Los ejemplos son raros e inconexos: un Cristo con cuerpo de gamba, un hombre que se transforma en insecto en el andén del metro de Nueva York o una ristra de vídeos que mezclan el body horror con el surrealismo. Veo clips de gente transformándose en comida y me quedo igual.. Aplicado al día a día, Lloreta detalla este onirismo en su artículo a través de los mecanismos que Silicon Valley utiliza para freirnos el cerebro: “¿Por dónde nos comunicamos de forma más habitual con nuestros amigos y familia? ¿Cómo buscamos trabajo? ¿Cómo trabajamos? ¿Cómo descubrimos novedades culturales y quién marca el ritmo de nuestro consumo cultural? ¿Cómo pagamos las cosas?”. Recomiendo la lectura del artículo entero, ya que hace un repaso extenso de todos los momentos políticos, tecnológicos y personalidades implicadas que nos tienen a todos, como si acabáramos de bajarnos de una atracción de feria mientras fingimos que no tenemos ganas vomitar. A veces siento que consumo más que conozco o aprendo. “La hipernormalidad está llena de gente acostumbrada” apunta Lloreta.. Quien viaje a menudo en el metro de Madrid, se habrá encontrado seguro con una mujer que vive en situación de calle y que a veces pide dinero de forma desesperada, grita a los pasajeros, da golpes y se tira al suelo. Una vez escuché a la periodista María Barrier hablar de ella en Bimboficadas, el podcast que comparte con la artista Samantha Hudson. María contaba cómo aquella mujer es, en realidad, la persona más cuerda de todo el vagón porque su forma de actuar es coherente con la realidad en la que vive. ¿Cómo no va a chillar desesperada?. Pero sé que la próxima vez que ella entre en el metro, el resto la ignoraremos. Nos quedaremos sentados durante 1 o 2 horas, en silencio, mirando el móvil y llegaremos a nuestro lugar de trabajo en el que pasaremos 8 horas, con suerte, sentados, en silencio, mirando una pantalla de ordenador. Y cerraremos el Woffu (el sistema de control horario de nuestra empresa) e iremos a casa y haremos la compra y pondremos la tele donde veremos cómo en el mundo no dejan de pasar cosas locas, espectaculares y absurdas. Trump, Musk, Netanyahu. Y miraremos la pantalla entumecidos y no sentiremos nada porque, por fin y con agujero, vivimos una vida wow.. Seguir leyendo
El nivel de simulación que hemos alcanzado en estos primeros meses de 2025 está siendo tan agresivo que la realidad que vivimos ya no es ni siquiera una imitación de algo verdaderamente real
Hiper Bazar. El nivel de simulación que hemos alcanzado en estos primeros meses de 2025 está siendo tan agresivo que la realidad que vivimos ya no es ni siquiera una imitación de algo verdaderamente real. Vídeo manipulado de Joe Biden que, incluso, llegó a ser compartido por Donald Trump.Agência Pública. Si viven o han pasado por Madrid es probable que hayan visto, desde la carretera, un edificio blanco, gris, rojo y negro con un agujero en medio: es el Mirador de Sanchinarro. Hace poco, un arquitecto cuyo estudio ha realizado varios proyectos para la Empresa Municipal de la Vivienda me habló de una moda en el diseño de viviendas sociales que existió hasta 2008 y que los nórdicos catalogaron como “arquitectura del wow” o arquitectura espectacular. Aunque resulte extraña la idea de espectacularidad en lo público, el objetivo de los estudios a la hora de hacer propuestas de vivienda pública era la de lograr un gran impacto mediático en el mundo entero. Salir en las revistas. Y, a pesar de que el parque público suele tener, de base, una serie de problemas relacionados con la alta densidad y apiñamiento o la escasez de servicios públicos en el barrio, a los niños y niñas de Madrid, nos entró por los ojos eso de la “arquitectura del wow”. Todos quisimos vivir en un edificio con agujero y no nos importaba saber si ahí se vivía bien o mal.. Hace un mes, el realizador audiovisual Albert Lloreta escribió un artículo en su blog e hizo un vídeo en el que explicaba cómo “la realidad parece haber dejado de tener sentido” porque pasan todo el rato tantas cosas y tan espectaculares que cada vez nos cuesta más entender lo que ocurre a nuestro alrededor. “Vivimos en un estado permanente de confusión” dice Lloreta. Baudrillard contaba en Simulacros y simulación cómo la sociedad se ha convertido en imágenes y representaciones que simulan una realidad. Pero el nivel de simulación que estamos experimentando en los últimos años y, sobre todo, en estos primeros meses de 2025, ha alcanzado tal nivel y está siendo tan agresivo que la realidad ya no es ni siquiera una imitación de algo real. Todo parece fruto de la ciencia ficción.. La traslación gráfica de esto se puede ver en el auge de los AI Slops: un tipo contenido de baja calidad, generado por inteligencia artificial (como textos, imágenes o vídeos) que carecen de esfuerzo, lógica o propósito claros y que están invadiendo Internet. Los ejemplos son raros e inconexos: un Cristo con cuerpo de gamba, un hombre que se transforma en insecto en el andén del metro de Nueva York o una ristra de vídeos que mezclan el body horror con el surrealismo. Veo clips de gente transformándose en comida y me quedo igual.. Aplicado al día a día, Lloreta detalla este onirismo en su artículo a través de los mecanismos que Silicon Valley utiliza para freirnos el cerebro: “¿Por dónde nos comunicamos de forma más habitual con nuestros amigos y familia? ¿Cómo buscamos trabajo? ¿Cómo trabajamos? ¿Cómo descubrimos novedades culturales y quién marca el ritmo de nuestro consumo cultural? ¿Cómo pagamos las cosas?”. Recomiendo la lectura del artículo entero, ya que hace un repaso extenso de todos los momentos políticos, tecnológicos y personalidades implicadas que nos tienen a todos, como si acabáramos de bajarnos de una atracción de feria mientras fingimos que no tenemos ganas vomitar. A veces siento que consumo más que conozco o aprendo. “La hipernormalidad está llena de gente acostumbrada” apunta Lloreta.. Quien viaje a menudo en el metro de Madrid, se habrá encontrado seguro con una mujer que vive en situación de calle y que a veces pide dinero de forma desesperada, grita a los pasajeros, da golpes y se tira al suelo. Una vez escuché a la periodista María Barrier hablar de ella en Bimboficadas, el podcast que comparte con la artista Samantha Hudson. María contaba cómo aquella mujer es, en realidad, la persona más cuerda de todo el vagón porque su forma de actuar es coherente con la realidad en la que vive. ¿Cómo no va a chillar desesperada?. Pero sé que la próxima vez que ella entre en el metro, el resto la ignoraremos. Nos quedaremos sentados durante 1 o 2 horas, en silencio, mirando el móvil y llegaremos a nuestro lugar de trabajo en el que pasaremos 8 horas, con suerte, sentados, en silencio, mirando una pantalla de ordenador. Y cerraremos el Woffu (el sistema de control horario de nuestra empresa) e iremos a casa y haremos la compra y pondremos la tele donde veremos cómo en el mundo no dejan de pasar cosas locas, espectaculares y absurdas. Trump, Musk, Netanyahu. Y miraremos la pantalla entumecidos y no sentiremos nada porque, por fin y con agujero, vivimos una vida wow.. Tu suscripción se está usando en otro dispositivo. ¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?. Añadir usuarioContinuar leyendo aquí. Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.. ¿Por qué estás viendo esto?. Flecha. Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.. Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.. ¿Tienes una suscripción de empresa? 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