Quiero apostar por un «no hay billetes» que enarbole la bandera de Madrid como el pueblo cojonudo que es. Conviene no dormirse y agitar la llama de la solidaridad con las gentes valencianas Leer
Quiero apostar por un «no hay billetes» que enarbole la bandera de Madrid como el pueblo cojonudo que es. Conviene no dormirse y agitar la llama de la solidaridad con las gentes valencianas Leer
El festival del próximo 1 de diciembre en Vistalegre a favor de los damnificados de la DANA en Valencia va viento en popa, no quiero decir que como un tiro por no gafarlo. A estas alturas ya hay más de media plaza -¿tres cuartos?-, pero conviene no confiarse y agitar la llamada de la solidaridad. El hombre como el perro tiende a la pereza, y la importante presencia de las cámaras de Telemadrid tiene, también, su filo. Existe una Fila 0 habilitada en el mismo enlace de la venta de entradas. Hay que llenar el Palacio que levantó el inolvidado Arturo Beltrán. Quiero apostar por un «no hay billetes» que enarbole la bandera de Madrid como el pueblo cojonudo que es.. El mundo del toro siempre estuvo ahí cuando las catástrofes derrumbaron las puertas de otros, o la necesidad y la tragedia se presentaron en casa de los nuestros. A vuela pluma recuerdo el festival por los damnificados del terremoto del Perú en 1970, que fue el espoletazo de las reapariciones de Antonio Bienvenida y Luis Miguel al año siguiente, o el festival por las víctimas del volcán Nevado del Ruiz en 1986, que supuso el lanzamiento de un jovencísimo José Miguel Arroyo «Joselito» y el enésimo resurgir de Chenel. De los organizados por los nuestros se me vienen pronto a la boca el de Bojilla, el de Julio Robles, El Soro o Rafael de Paula. Del de Rafael recuerdo su caminar en el paseíllo más despacioso del siglo, y en el de El Soro me acuerdo del toreo de Armillita. Todos los nombrados tuvieron en común el escenario de Las Ventas, pues hasta no hace tanto, aunque ya va siendo lejos, la temporada de Madrid se abría o cerraba con un festival cuando se terciaba noble causa de por medio. El último se dio a la salida de la pandemia.. Los últimos festivales concebidos en el Palacio de Vistalegre fueron por dos banderilleros teribles con lesiones medulares: Adrián Gómez, en 2009, y Vicente Yangüez El Chano, en 2014. Adrián falleció un año después de su homenaje. Aún late la gozosa actuación de Morante de la Puebla, el arte vestido de corto, en aquella cita.. Solía refrescarse el aficionado en los festivales de la rutina de las temporadas. Lo hacía porque a la sombra de tirón de la figura palpitaba la luz del torero retirado. Del torero retirado de fino trazo, conviene matizar. Ése que con el paso del tiempo ganó además en poso, y su sabroso concepto se asoleró. Aquél que no veías desde hace años. Quizá esto -o el torero de gusto en activo, el de la tilde adelantada en el óle- se eche en falta en el cartel del festival de Vistalegre que ha querido asegurar el éxito. La Comunidad de Madrid no le ha fallado a las gentes valencianas. Un plantel de primeras figuras -Ponce, Castella, Manzanares, Talavante, Roca Rey…- forma un bloque formidable y generosísimo por la causa: Madrid torea por Valencia. Como en el año 1957 tras aquella riada que también trajo la muerte.
Toros // elmundo