José Soto Chica (Santa Fe, Granada; 1971) llega a la entrevista en Sevilla ataviado con una camiseta marrón en la que se lee en la parte delantera la lista de los reyes godos de España y con una medalla plateada colgada al cuello que compró en 2018 en el último templo del fuego que queda en los alrededores de Teherán, en Irán.. El escritor aparece cogido del brazo derecho de su hijo Ciro, quien ejerce de guía de él. Soto Chica, quien vivió como soldado la Guerra de Bosnia con 22 años, sufrió años después un accidente militar en el que perdió una pierna y que le dejó ciego. Él dice que después de 14 días en coma en los que esperaba estar muerto, volvió a la vida dispuesto a exprimirla.. Casi tres décadas después, ha demostrado que iba en serio. Historiador militar especializado en la Edad Media en España, ha escrito multitud de ensayos y novelas. Lo último: Pelayo (Espasa), una entrega de aventuras de casi setecientas páginas en la que recrea la figura de Pelayo partiendo de la descripción adictiva de la batalla que se libró a los pies del Santuario de Covadonga, en Asturias, en el año 718.
El historiador militar acaba de publicar una novela llena de detalles rigurosos llamada como el héroe: ‘Pelayo’.
José Soto Chica (Santa Fe, Granada; 1971) llega a la entrevista en Sevilla ataviado con una camiseta marrón en la que se lee en la parte delantera la lista de los reyes godos de España y con una medalla plateada colgada al cuello que compró en 2018 en el último templo del fuego que queda en los alrededores de Teherán, en Irán.. El escritor aparece cogido del brazo derecho de su hijo Ciro, quien ejerce de guía de él. Soto Chica, quien vivió como soldado la Guerra de Bosnia con 22 años, sufrió años después un accidente militar en el que perdió una pierna y que le dejó ciego. Él dice que después de 14 días en coma en los que esperaba estar muerto, volvió a la vida dispuesto a exprimirla.. Casi tres décadas después, ha demostrado que iba en serio. Historiador militar especializado en la Edad Media en España, ha escrito multitud de ensayos y novelas. Lo último: Pelayo (Espasa), una entrega de aventuras de casi setecientas páginas en la que recrea la figura de Pelayo partiendo de la descripción adictiva de la batalla que se libró a los pies del Santuario de Covadonga, en Asturias, en el año 718.. ¿Por qué ahora una novela sobre Pelayo? ¿No se ha escrito ya mucho sobre él?Pelayo es un personaje a quien reivindicar, el arquetipo del rebelde, un tipo que se rebela con otros cuatro locos contra el imperio más grande de su tiempo, el imperio de los Omeya. Y ha sido una figura muy manoseada por unos y por otros. Unos lo calificaron de leyenda y otros querían mandarlo al ostracismo. Y no es ni una cosa ni la otra.. Quería describir a un Pelayo sin etiquetas, ¿no?Sí, y evitando aplicar la ideología del presente a la investigación de la historia del pasado. En España nos ha faltado mesura. Esto no es una historia de buenos y malos. Muchas veces nos encanta etiquetar. Pero la vida es muy puñetera y no se deja etiquetar. Los historiadores no pueden ser militantes de una causa o de otra.. La portada de ‘Pelayo’ (Espasa) de José Soto Chica.ARCHIVO. Es usted muy minucioso en los detalles, sobre todo en las escenas bélicas. En las primeras páginas queda uno atrapado en las estrategias de los astures de Pelayo ante tropas musulmanas de Alqama al-Aurabi…Mi conocimiento como historiador me ha permitido recrear con fidelidad las batallas de ese periodo y tirar abajo algunos estereotipos. Por ejemplo, todos nos podemos imaginar que los guerreros musulmanes llevaban en esa época turbantes y cimitarras y que iban a caballo, pero en realidad no es así, se parecían a los romanos, iban a pie, con lanzas largas y formando en orden cerrado. Y en particular sobre la batalla de Covadonga, si he podido recrearla es porque conozco bien cómo se batallaba en esa época.. Usted es historiador. ¿Por qué una novela y no un ensayo histórico para contarnos quién fue Pelayo?Porque las novelas me permiten hacer algo que no puede hacer la historia: devolverle la vida a esos personajes tan importantes mediante la ficción narrativa, aprovechando que conozco bien esos momentos históricos.. ¿Por eso quizás se lee tanta novela histórica ahora en España?En España hay hambre de historia. Durante mucho tiempo se nos ha hurtado parte de nuestra historia. Se ha manoseado. Y como la gente no es tonta y quiere conocer, pues acude a los ensayos y a la novela histórica, que les permite, en este último caso, volver al pasado para conocerlo a la vez que se lo pasan en grande, como si estuvieran viendo una película.. ¿Y de dónde viene su interés tan particular de la Edad Media en España?Piense que fue una etapa de transición, de bisagra, en la que se acaba un mundo y llega otro nuevo. El mundo de Pelayo es el de la España visigoda que se fue al garete. Los visigodos se levantaron un 26 de junio de 711 y de pronto ya no había reino visigodo. Sobre esas ruinas, Pelayo empezó a construir algo nuevo. Y eso es útil conocerlo para entender cómo puede cambiar el mundo.. La Edad Media sigue siendo, por cierto, una gran desconocida.De hecho la llamamos la Edad Media como si fuera un miércoles, como algo a mitad de una semana. Y la Edad Media es mucho más, es una época de creatividad, se crearon las letras de cambio, las primeras universidades y, como en tantos otros periodos, se vivió un tiempo de gran mestizaje cultural.. Con una vida tan azarosa y a veces tan trágica, ¿le pesa su trayectoria personal cuando quiere que se le valore como historiador y como escritor?Sí, claro. es indisociable. A veces puede ser un problema, porque aunque escribas ensayos y novelas y publiques en las principales revistas científicas, van a decir de ti que eres el historiador ciego. A veces, tu vida se come poco tu trabajo. Pero también te hace ver la vida con otra perspectiva. Vivir una guerra como la de Bosnia o saber lo que es estar al borde de la muerte te ayuda a empatizar con lo vivieron otras personas hace siglos.. ¿Qué lecciones sacó de su experiencia más personal en la guerra y cómo se ha transmitido en lo que escribe?Cuando estuve en Bosnia, sólo tenía 22 años. Mi sorpresa es que no se parecía a lo que yo veía por televisión o lo que leía en los libros. Yo fui voluntario. Quería ver la guerra. Lo confieso. Y cuando llegué allí, valoras cosas que dabas por hecho. A veces el mundo que te rodea te falla. Y eso me hizo comprender que si me iba a dedicar a la historia militar, yo tenía que ser capaz de reflejar la realidad de lo que era la guerra. La ferocidad y el horror del combate. Y también el heroísmo. Cómo hay gente capaz de jugarse la vida por gente a quien no conocía.