En ocasiones, reflexionar sobre el pasado puede resultar satisfactorio. De tal manera que existe el riesgo de perder de vista lo que está sucediendo en el ahora. El caso de Tomás Graves, músico, impresor artesanal y sobreviviente de la dualidad que puede ser tanto un don como una carga al nacer en un paraíso (en el pueblo de Deià, en la hermosa sierra de Tramontana en Mallorca) y crecer rodeado de libros por ser hijo del escritor británico Robert Graves (1895-1985), poeta, novelista y helenista, no es un caso común. Él lo aborda en su obra Afinando al alba (Libros del Kultrum, 2025), una especie de autobiografía que narra un tiempo y un mundo que ha desaparecido recientemente, sin amargura y centrado en la realidad actual. «Era esencial para mí retratar cómo se vivía la música y la cultura en ese entonces,» reflexiona el más joven de la familia Graves por teléfono desde su casa de campo en Mallorca. En 1943, en Deià, en una gran finca clásica —para algunos—, rodeada de olivos, limoneros, higueras, algarrobos y viñas, así como de lagartijas, burros y ovejas, entre flores de hibisco y jazmín, Beryl Graves —de soltera Pritchard— dio a luz a Tomás con la ayuda de María, la comadrona del pueblo. Su padre ya era un reconocido autor. Para tener una idea: en su hogar recibía visitas de personalidades como Borges, Agatha Christie, Kingsley Amis y su hijo Martin, quien luego se convirtió en novelista y ensayista, o incluso de Ava Gardner. En su juventud, se unió al ejército británico para combatir en la Primera Guerra Mundial, lo que inspiró su famosa novela antibelicista Adiós a todo eso. Su padre le comentó a su amigo Alastair Reid que, tras experimentar el horror de las trincheras y la Batalla del Somme, donde murió un millón de jóvenes y él resultó gravemente herido, se sentía extrañamente afortunado, ya que sabía que nada en la vida podría competir con ese terror. Posteriormente, el filme Lawrence de Arabia de David Lean se basó en el libro de su padre, Lawrence y los árabes, y en esa misma época, Bob Dylan solía llevar consigo una copia desgastada de su obra La diosa blanca, que aborda, entre otros temas, las civilizaciones matriarcales. Sin embargo, durante las cenas, la familia Graves no recitaba poesía del Renacimiento ni invocaba a diosas griegas. «Mi hogar no era un entorno de intelectualidad.» «Se discutía de diversos temas y siempre con un toque de humor», enfatiza. De acuerdo con la descripción que brinda su hijo, el patriarca Graves era una persona bastante pragmática.
El hijo del renombrado autor Robert Graves narra en un libro su historia familiar y pinta un retrato de una isla que todavía no había sido afectada por el turismo.
En ocasiones, reflexionar sobre el pasado puede resultar satisfactorio. De tal manera que existe el riesgo de perder de vista lo que está sucediendo en el ahora. Tomás Graves, músico, impresor artesanal y sobreviviente de la dualidad que conlleva el nacer en un paraíso (en Deià, en la hermosa sierra de Tramontana de Mallorca), parece no encajar en esa narrativa. Esto es especialmente cierto dado que su vida ha estado marcada por su conexión como hijo del célebre escritor británico Robert Graves (1895-1985), quien fue poeta, novelista y experto en estudios helénicos. Robert Graves, más que solo la obra ‘Yo, Claudio’. Se detalla en Afinando al alba (Libros del Kultrum, 2025), una especie de autobiografía que narra una época y un entorno que recientemente existía, pero que ahora ha desaparecido, con un enfoque sincero y recogido en el contexto actual. «Era esencial para mí retratar cómo se vivía la música y la cultura en ese entonces,» reflexiona el más joven de la familia Graves por teléfono desde su casa de campo en Mallorca. En 1943, en Deià, en una gran finca clásica —para algunos—, rodeada de olivos, limoneros, higueras, algarrobos y viñas, así como de lagartijas, burros y ovejas, entre flores de hibisco y jazmín, Beryl Graves —de soltera Pritchard— dio a luz a Tomás con la ayuda de María, la comadrona del pueblo. Su padre ya era un reconocido autor. Para ilustrar: en su hogar solían visitarlo personalidades como Borges, Agatha Christie, Kingsley Amis y su hijo Martin (quien más tarde se convirtió en un conocido novelista y ensayista), así como Ava Gardner. En su juventud, se unió al ejército británico para participar en la Primera Guerra Mundial, y de esa experiencia nació «Adiós a todo eso», una de las grandes novelas antibelicistas de la historia. Su padre le contó a su amigo Alastair Reid que tras experimentar el horror de las trincheras y la batalla del Somme —donde murieron un millón de jóvenes y él resultó gravemente herido—, se sentía extrañamente afortunado porque había comprendido que nada en la vida podría superar ese terror. Posteriormente, la película «Lawrence de Arabia» de David Lean se inspiró en el libro de su padre «Lawrence y los árabes», y en esa misma época, Bob Dylan siempre llevaba consigo una copia desgastada de su obra «La diosa blanca», que entre otras cosas, explora las antiguas civilizaciones matriarcales. Kultrum Books.
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