El veterano de Salteras inmortaliza, a sus 51 años, a un extraordinario toro, premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre, y sale a hombros en tarde espesa del astro peruano, que suma cuatro avisos entre silencios; vuelta al ruedo para Jarocho Leer
El veterano de Salteras inmortaliza, a sus 51 años, a un extraordinario toro, premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre, y sale a hombros en tarde espesa del astro peruano, que suma cuatro avisos entre silencios; vuelta al ruedo para Jarocho Leer
Y el viejo Cid cabalgó de nuevo. Sobre la excelencia de Vengativo, sobre las lejanas glorias de un tiempo pasado, edificó su magisterio. Como si caminara por las antiguas ruinas de una Roma reverdecida de la mano de su inseparable Victorino. Otra vez el tándem, otra vez el triunfo.. A las 20.01 El Cid brindó a Roca Rey. Es de suponer que con agradecimiento, no para anunciarle el repaso. Y se fue directamente a los medios, con la muleta en su izquierda, con las ideas como el agua clara y la muñeca suelta. ¡Oh, aquella luz de su toreo al natural que regresaba del túnel de los años perdidos! Un viaje hacia la Sevilla de Borgoñez. Vengativo se dibujaba como un prodigio de hechuras, una belleza perfecta, enamorante. Y también se dio por su pitón derecho con ritmo sedoso. El Cid, por una y otra mano, se ralentizaba en son creciente, son de mar en marea baja. Y los últimos muletazos de cada serie se hacían superlativos. Curiosamente, el victorino no quería nada por arriba, y en los pases de pecho se revolvía indicándolo. Manuel Jesús volvía a engancharlo de nuevo y lo vaciaba, engañándolo pero sin mentirle, hasta el infinito. La única calva de la frondosa faena fue cuando dudó el sevillano al escuchar las voces tontas que pedían el indulto. E imagino que dudó de su espada y quiso alargar a ver si cuajaba la manifestación por la vida como en 2016 con Madroñito, de Adolfo, en esta misma plaza. Esa coda le sobró antes de cobrar una estocada desprendida y las dos orejas de ley. La vuelta al ruedo en el arrastre para Vengativo también lo fue.. Ya había estado verdaderamente importante con el victorino de apertura. Tan mirón, zapatillero, gazapón y resistente, haciendo hilo por momentos. ¿Y en qué consistió esa importancia? En tragar, consentir, hallar las claves y descifrarlas para que, pisada esa delgada línea roja del miedo, la frontera donde se secan las bocas, hacer pasar al toro por agradecido. Y puede que lo fuera, pero el mérito residía en el veterano matador de Salteras. Faena diestra en cuanto a la destreza y el conocimiento del encaste y, también, por el planteamiento de la mano. Esa humillación picaba abajo, y asustaba cuando medía, y cuando marcó con su pitón al Cid. Que encajaba la mirada y tiraba de la embestida hacia adelante en la línea necesaria. A izquierdas fue más cabrón y complejo, con el hilo de las zapatillas cogido, ya digo. La precisión y exactitud de la obra contaron ante tanta exigencia. No fue justo el final: la estocada contraria acarreó una muerte lenta y tres golpes de descabello. La importancia de lo hecho ahí quedó. Un global de maestro.. Andrés Roca Rey salió escaldado de su apuesta. De su gesto. De la estrategia de apuntarse al regreso de Victorino a Santander. Salió con un repaso en todo lo alto. Pero lo más grave es que caminó por las antípodas de la lucidez, entre tinieblas, toda la tarde. Se acordaría de un toro amable por fuera y también por dentro que se le fue. Pero no es amabilidad la palabra exacta, sino calidad. Un punto tardo Hebreo, que cuando rompía a embestir lo hacía con fijeza, humillación, nobleza y recorrido. Habitaba en su pitón derecho la profundidad. Esa que se vio en las dos últimas y notables series -separadas por un desarme- de una faena que hasta entonces se antojó premiosa. Tanto, que sobrevoló el fantasma del tercer aviso tras atascarse con la espada. Lo que hubiera sido un castigo mayor sobre el ya sentido de no cuajar al toro por su mano. Un visto y no visto al natural, y la nota del acierto más destacado: la elección de los terrenos, haberlo sacado de la querencia donde la cuadrilla había lidiado torpe y cerradamente en tablas.. Ya no remontó con un quinto más serio -la victorinada creció en trapío desde su ecuador-, que rebañaba, sin descolgar con el sello de la casa, incómodo y tormentoso para un torero espeso. Queriendo a ciegas. Dos desarmes, la gente ya de uñas, un espadazo feo. Otro par de avisos. Cuatro en total como corona de espinas sobre los silencios.. Pasado el discreto turno de Jarocho, que brindó a Alipio Pérez Tabernero un toro remiso y acobardado, El Cid había dado a sus 51 años ya una lección, la magistral estaba por llegar. El último victorino, hondo y redondo, el de más cuaj, tuvo su buen trato, muy noble. Especialmente por la mano izquierda. Jarocho se atrevió y descaró ahora y, cuando más le llegó con la muleta al hocico, dibujó los mejores pasajes de la faena. Tan enfrontilado. Un pinchazo y una estocada. Vuelta al ruedo.. A las 21.11 sacaban a hombros a El Cid, nevado el pelo de recuerdos, con toda la gloria a cuestas.. PLAZA DE CUATRO CAMINOS. Viernes, 25 de julio de 2025. Séptima de feria. Lleno de «no hay billetes». Toros de Victorino Martín, de seriedad creciente; extraordinario el 4º, premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre; notable el 2º por la mano de recha; noble el 6º; complejo pero agradecido el 1º; bajaron 3º y 5º.. EL CID, DE AZUL MARINO Y ORO. Estocada contraria y tres descabellos (saludos); estocada desprendida (dos orejas). Salió a hombros.. ROCA REY, DE ORO Y ORO. Pinchazo hondo, pinchazo y media estocada. Dos avisos (silencio); espadazo trasero y feo. Dos avisos (silencio).. JAROCHO, DE ROSA PALO Y ORO. Estocada rinconera (saludos); pinchazo y estocada rinconera (leve petición y vuelta).
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