A Víctor Lapuente (Chalamera, Huesca, 49 años), politólogo, profesor de la Universidad de Gotemburgo (Suecia), columnista de EL PAÍS y analista de la cadena SER, se le conocía precisamente por eso, por sus análisis políticos. Pero, sorprendentemente, se ha pasado a la literatura. “Me daba cuenta de que las columnas funcionaban mejor cuando mostraba ejemplos concretos de lo teórico… Creo que la ficción, más que los análisis, es la forma que tenemos los humanos de explicarnos historias”, dice.. Seguir leyendo
El analista se lanza a la novela con ‘Inmanencia’ (AdN), un ‘thriller’ filosófico donde narra cómo, de las buenas intenciones, surge una distopía tecnológica basada en la ciberdemocracia
A Víctor Lapuente (Chalamera, Huesca, 49 años), politólogo, profesor de la Universidad de Gotemburgo (Suecia), columnista de EL PAÍS y analista de la cadena SER, se le conocía precisamente por eso, por sus análisis políticos. Pero, sorprendentemente, se ha pasado a la literatura. “Me daba cuenta de que las columnas funcionaban mejor cuando mostraba ejemplos concretos de lo teórico… Creo que la ficción, más que los análisis, es la forma que tenemos los humanos de explicarnos historias”, dice.. Su novela, Inmanencia (AdN), es, además, muy literaria, inspirada en Orwell, Atwood o Houellebecq, en la que se manejan tres líneas temporales, desde la juventud de los noventa en un pueblo de Aragón (su pueblo), hasta un futuro distópico en el año 2086. No es un thriller de pura acción: hay literatura. Pero también la marca de la casa: un texto lleno de diálogos filosóficos, una reflexión sobre el mundo y sobre cómo el ansia por lograr una sociedad ideal gracias a la tecnología puede dar resultados opresivos.. Más información. Distopías, autoritarismos, amenaza tecnológica… ¿Se acabó el progreso?. Pregunta. Estamos en tiempo de distopías.. Respuesta. Los fututos distópicos que nos pintan son siempre dictaduras o teocracias, y yo estaba pensado en una distopía que fuera exactamente lo contrario: una ciberdemocracia total y completamente laica y antirreligiosa. Viendo la evolución de la derecha populista se nota que nuestro tiempo es de gran desconfianza hacia las instituciones y hacia el Gran Hermano.. P. ¿Cómo es esa ciberdemocracia total?. R. Funciona mediante la tecnología FRIDA que permite que no tengamos ninguna institución, ni el Estado, ni las empresas, ni las religiones, ningún intermediario. Nos relacionamos peer-to-peer, de uno a otro. Así se acaba con el dinero, pero todo se convierte en una transacción monetaria, y las relaciones humanas en un pequeño mercado.. P. Ya estamos en esa vía del individualismo.. R. Es un individualismo extremo, en el que ya estamos metidos, y en el que todo lo colocamos en una hoja de Excel. De esta manera nos deshumanizamos y nos volvemos solitarios. Ya Alexis de Tocqueville, hace doscientos años, se imaginaba un futuro de gente solitaria enfrascada en sus propios entretenimientos.. Víctor Lapuente, politólogo y autor de la novela ‘Inmanencia’ (AdN) fotografiado en el restaurante Ovillo, Madrid, el 16 de septiembre de 2025.Santi Burgos. P. ¿Y la política?. R. Creo que tiene gran responsabilidad la derecha por haber creado este individualismo económico, esta sustitución de la democracia cristiana, que proponía un salario de dignidad para los trabajadores y no un salario de eficiencia. Antes había una contención, un Dios, la doctrina social de la Iglesia. Ahora nada se interpone entre el individuo y la maximización del beneficio.. P. ¿Y en la izquierda?. R. Se da algo muy parecido con el individualismo cultural: se han acabado las responsabilidades hacia la patria, no se quiere hablar de deberes, todo son derechos. El lema tradicional de la socialdemocracia era “trabaja duro, exige tus derechos”. Ahora solo sirve la segunda parte.. No creo en la nostalgia, en añorar los años gloriosos, una nostalgia de la que vive la extrema derecha, pero sí que creo que es imprescindible tener en cuenta las cosas que salieron bien en el pasado. P. ¿Falta imaginación para superar este escollo civilizatorio?. R. Sí, creo que hay una falta de ideas, pero el libro también es una crítica a la gente que tiene ideas revolucionarias que luego no se cumplen. Y trato varios tiempos narrativos para mostrar cómo las buenas intenciones del presente van desencadenando un futuro que no era el que se esperaba. No creo en la nostalgia, en añorar los años gloriosos, una nostalgia de la que vive la extrema derecha, pero sí que creo que es imprescindible tener en cuenta las cosas que salieron bien en el pasado. Y hay que construir la utopía, pero poco a poco, ladrillo a ladrillo.. P. ¿Alguien quiere hacerlo así?. R. Yo creo que esa aproximación incremental la hemos perdido. Basta ver, por ejemplo, el debate sobre la reducción de la jornada laboral: o eres un comunista o eres un explotador. Lo lógico sería llegar a acuerdos. Y lo mismo para el impuesto a los ricos, hemos perdido la posibilidad de una discusión pragmática. La política se ha convertido en religión, una religión que hemos expulsado de nuestra esfera individual. Es una paradoja.. P. Habla usted de una “epidemia de inmanencia».. R. La inmanencia es lo opuesto a la trascendencia, es algo que habita en sí mismo. Los seres humanos nos hemos convertido en eso: hemos puesto las metas en nosotros mismos. Nos preguntamos, por ejemplo, si tener hijos es un coste o un beneficio, no lo que contribuye a la humanidad o a la nueva vida. Y aplicamos eso a todo. Defiendo en el libro que, más allá de este narcisismo, hay una trascendencia religiosa que vale la pena, pero que hay que tener cuidado con esos líderes religiosos que la han utilizado para la opresión.. P. Usted vive en Suecia. Los países nórdicos, con su fuerte Estado de Bienestar, son considerados a veces una buena mezcla de capitalismo y comunismo.. R. No es un sistema perfecto, y en el libro se muestran varios de sus problemas. Pero creo que se puede aprender mucho del pragmatismo de los nórdicos, que han sabido mantener la religión fuera de la política y llegar a consensos. Allí, en 1936, los representantes del capital y del trabajo se sentaron a negociar y a construir el Estado de Bienestar. Aquí hubo una guerra.. “Algunos hombres solo quieren ver el mundo arder”, le dice a Batman su mayordomo Alfred. Y, de hecho, el FBI tiene una nueva categoría de terrorismo que es el extremismo nihilista. P. Lo llamativo es que tienen probado éxito, pero, sin embargo, no muchos parecen tenerlos como modelo a seguir.. R. Son probablemente los países más exitosos en la historia compaginando igualdad, productividad, innovación tecnológica… Juntan lo mejor del mercado con lo mejor del Estado. Pero a la derecha no le interesa porque es un modelo de impuestos altos y a la izquierda porque es un modelo de gran responsabilidad individual y pragmatismo. Aquí poca gente ha tenido esto por bandera, se intentó en Ciudadanos, y quizás también la generación de los socialistas de Javier Solana.. P. En la extrema derecha se juntan ideas muy contradictorias, de ultraliberales a paleoconservadores…. R. Hay un desencanto general que produce rechazo del orden liberal. Y conecta también con ese fondo profundamente individualista y narcisista. Parece una alianza antinatural, pero que está teniendo mucho éxito, porque apela a ese egoísmo. La falta de futuro también fomenta posturas nihilistas, como de villano de Batman. “Algunos hombres solo quieren ver el mundo arder”, le dice a Batman su mayordomo, Alfred. Y, de hecho, el FBI tiene una nueva categoría de terrorismo que es el extremismo nihilista. Hay teorías de la conspiración que apuntan hacia todo el mundo para generar confusión y caos.. P. Hay en su novela mucho diálogo filosófico, como podría ser este.. R. Sí, quería escribir un thriller donde la pregunta no fuera solo quién es el asesino, sino cuál es el sentido de la vida. Las grandes cuestiones de la humanidad.
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