El peruano desoreja a un excelente toro de Victoriano del Río con público, suerte y presidencia a favor, pero la espada le deja en tierra con el buen sexto; distinto trato y vuelta al ruedo para Perera Leer
El peruano desoreja a un excelente toro de Victoriano del Río con público, suerte y presidencia a favor, pero la espada le deja en tierra con el buen sexto; distinto trato y vuelta al ruedo para Perera Leer
Pasadas las 21.30 de la noche, Roca Rey se cerraba definitivamente la Puerta del Príncipe después de permanecer abierta, no ya durante la lidia del sexto toro, sino diría que desde que sonaron los clarines 150 minutos antes. Todo vino de cara para el astro peruano: público, fortuna y presidencia. Pero al final la espada se interpuso en su destino, desaprovechando no sólo por ella una ocasión extraordinaria: la sensación fue de un lote mayúsculo y un triunfo menor.. Se palpaba el ambiente ya en tromba, que no trompa, según los coches de caballos iban llegando por el Paseo de Colón a la Maestranza. El personal había colgado un nuevo «no hay billetes» en Sevilla a rebufo de Roca Rey y esto se notó en exceso, hubiera o no motivo. Y para la avalancha de pañuelos que se desbocaron pidiendo la segunda oreja no lo había. Y para concederla, por tanto, tampoco. Esa masa entusiasta no es que vaya sólo a verlo, va a verlo triunfar. Para salir y contarlo. No es baladí el matiz.. Cuando saltó al ruedo Manisero, el tercero de la corrida de Victoriano del Río, con bastante menos trapío que los dos anteriores (cinqueños), se entendió perfectamente por qué Albert Serra quitó de Tardes de soledad los toros chicos. RR dice poco, o nada, con ellos. O su poderío se desdice. Y además este Manisero embestía con una clase superior, una categoría máxima, esa excelencia. Venía pidiendo el toreo espiritual, no el toreo físico de Roca. Que por la mano izquierda toreó mucho mejor -y más cuando jugaba los vuelos- que por la periférica y deslavazada derecha. Los oles caían en catarata en esta tarde de King y gins; los tendidos se electrificaron con los circulares, invertidos o no, espaldinas y así. Le faltó final a la faena, pero no espada. Pese a la distracción de Manisero en el momento del embroque. Crujió el estoconazo y vino la explosión de pañuelos ya contada.. Fue más toro, y también un buen toro, pero sin excelencias el último de la seria y equilibrada corrida de Victoriano del Río. Este compensaba con su trapío al anterior. Y lo cierto es que Roca Rey lo toreó primero muy bien con el capote y luego más reunido sobre su derecha, más ajustado a lo que se espera de un torero con 10 años de alternativa. Sintió siempre el aliento de su parroquia, que era toda, incluso en un desarme en una relajada serie en redondo, pronta y entre las rayas, nada más arrancar la faena por alto. Al tal Espiguita se le adormeció la bravura, sin final, pues amagó con rajarse una vez pasado el trámite de la izquierda. Quiso RR levantar aquello con unos poderosos ayudados por alto, y en verdad le resultó. Luego surgieron los pinchazos descorazonadores para todos los fans que empujaron hasta el final.. Esto contrastó con el frío trato a Miguel Ángel Perera. Debe estar de Dios que no corte una oreja este año en Sevilla pese a volver a estar perfecto. Con otros registros pues era otro toro el de Victoriano del Río al de Santi Domecq: contado el poder, medido el celo, preciso el fondo. El temple fue el arma exacta para darle todo lo que le faltaba. Y potenciarle lo que tenía: una bondad cierta. Es más: en los tercios previos no se había dejado torear con el capote. Juan Ortega fue a hacer el quite cuando el toro no estaba para quites. O para ese quite. Esbozó verónicas que despertaron oles a destiempo: el toro se metía por dentro o perdía las manos. Quedó la intención. Pero si será Perera un muletero formidable que no volvió a suceder nada de esto. El manejo de las alturas, la templanza extrema, construyeron la faena necesaria. Como un guante para el toro. La guinda de una muy buena serie antes de que se rajase prometía lo que no fue: inesperadamente la pañolada no cuajó como en una mayoría absoluta, quizá sí suficiente. La presidencia se reservó lo que luego soltó de golpe, y MAP paseó la vuelta al ruedo.. Después, con un cuarto muy despegado del piso, que no hizo nada en orden desde que salió, entre huérfano de raza y ausente de poder, Miguel Ángel Perera apenas pudo demostrar lo buen torero que es.. A Juan Ortega en esta feria le han dado más oles que lances buenos ha pegado. La suerte le volvió la espalda. Pero volvió a provocar la sensación de que cuando coge la muleta no tiene visto al toro. El tornillazo del precioso quinto le enganchó demasiadas veces, al margen de presentarle pronto la zurda cuando no era esa la mano. El principio de faena fue bonito, en eso no falla. El otro se rajó sin opciones, pero los terrenos debían haber sido otros. LA MAESTRANZA. Miércoles, 7 de abril de 2025. Undécima de feria. Lleno de «no hay billetes». Victoriano del Río, dos cinqueños (1º y 3º), serios y hechurados en conjunto, menor el excelente 3º; bueno sin final el 6º; destacaron en un conjunto desrazado.. MIGUEL ÁNGEL PERERA, DE AZUL MARINO Y ORO. Estocada rinconera (petición y vuelta al ruedo); estocada (silencio).. JUAN ORTEGA, DE VERDE MANZANAY ORO. Estocada tendida (silencio); estocada baja (silencio).. ROCA REY, DE PURÍSIMA Y ORO. Estoconazo. Aviso (dos orejas); dos pinchazos y estocada rinconera. Aviso (silencio).
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